Tegucigalpa, Honduras
La combinación de la violencia generalizada y las circunstancias en las que viven los miembros de la Policía Nacional ha desencadenado en el país una mezcla mortal.
En un término de ocho meses y diez días, entre el 13 de febrero y el 23 de octubre del 2016, perdieron la vida de manera violenta 14 integrantes de las filas policiales, mientras que otros 31 fallecieron por otras causas. El primer dato refleja que cada 18 días un agente de la Policía pierde la vida de forma violenta en Honduras, según las cifras de los últimos ocho meses.
De las 14 víctimas mortales, siete de ellas se encontraban en el cumplimiento del deber, realizando acciones como allanamientos, requerimientos a ciudadanos y atención a denuncias.
Todas estas operaciones que son rutinarias en la vida de un policía, en los distintos frentes de batalla, terminaron en enfrentamientos con la ciudadanía.
Las otras siete muertes, aunque fueron violentas, se produjeron mientras los uniformados estaban en sus días libres o como es conocido en el mundo policíaco, de franco.
Junto a los delincuentes
Las circunstancias difieren en cada uno de los decesos en los que se vieron afectados miembros de la Policía Nacional.
Sin embargo, en una gran parte de los casos tiene que ver con el domicilio y las condiciones precarias en las que viven los uniformados.
En dos de los últimos casos, acaecidos en la ciudad capital, ambos agentes residían en la misma colonia o barrio donde desempañaban su ejercicio policial o en su defecto donde ocurrieron hechos violentos múltiples.
Es el caso del agente de Policía, Carlos Alberto López Rosado, quien estaba asignado a la estación de la colonia San Francisco y residía en la misma zona donde ejercía su labor policial.
El extinto fue raptado de su vivienda en este sector de Comayagüela y posteriormente apareció muerto en la colonia Iberia de la capital.
El portavoz de la Secretaría de Seguridad, subcomisionado Luis Osavas, reconoció que es un riesgo agregado para el policía vivir en barrios y colonias conflictivas donde ejercen las labores de seguridad.
Otro de los incidentes se produjo en la periférica, pero no menos peligrosa, colonia Abraham Lincoln, donde fue ultimado el agente Olman Rubén Galindo Montoya.
La víctima, quien residía en el lugar, fue asesinada junto a cinco personas en la mencionada colonia.
Además estaba asignado al igual que López Rosado a la estación policial de la colonia San Francisco.
“La Policía Nacional a lo largo del tiempo ha pretendido corregir esta situación y que el policía no desempeñe su trabajo en las cercanías de donde reside”, expresó Osavas.
Pero la tarea no ha sido fácil, ya que cuando el agente se aleja de su residencia original busca las opciones disponibles cerca de su trabajo.
Esto los lleva a convivir con antisociales y personas vinculadas a actividades ilícitas.
Otras muertes
Pero la lista no se queda ahí, otros 31 agentes policiales y de investigación han muerto en el 2016 producto de otras causas. Para el caso, 16 murieron por causas naturales, nueve por accidentes de tránsito, cuatro por otros accidentes y dos más tomaron la decisión de quitarse la vida.
Si bien es cierto solo un tercio de los policías muertos en el 2016 es por causas violentas, también reconocen las autoridades que es preciso que los agentes gocen de mejores condiciones de vida