TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La frase del pintor holandés Vincent van Gogh “Mantén tu amor hacia la naturaleza, porque es la verdadera forma de entender el arte”, la aplican a la perfección Leonardo Alexander Castillo (32) y David Soler (28).
Los dos ingeniosos estudiantes de las carreras de Derecho y Diseño Gráfico del Centro Universitario Tecnológico (Ceutec), comprendieron hace tres años esta frase y la transformaron en pequeños y llamativos terrarios (instalación para mantener vivos plantas o animales) o minijardines, dentro de un pequeño taller que han denominado Green Spot (Punto Verde).
“Nos conocimos hace tres años en la universidad, pero en la casa de cada uno de nosotros ya habían terrarios porque ambos somos unos apasionados por los microecosistemas”, contó con mucha emoción Leonardo Castillo, futuro abogado.
Agregó que “dentro de unos viajes que logramos llevar a cabo, recibimos cursos y capacitaciones en negocios locales en Colombia que nos permitieron realizar esta técnica. Hace un año la presentamos acá en el país en ferias y bazares”.
¿Cómo es el proceso?
Los jóvenes cultivan el musgo y a base de las esporas realizan un batido orgánico que les permite que las mismas se expandan en forma de parcelas y, después de ese proceso el producto es trasladado a los cristales -donde permanecen resplandecientes sin fecha de caducidad-.
Luego, se deben esperar siete meses para ver los resultados.
Seguramente, usted ya se está preguntando: ¿Cómo es posible que estas diminutas pero atractivas plantas siempre se mantengan verdes y radiantes a pesar de persistir en un recipiente de vidrio?
¡Fácil! “Eso se llama efecto lluvia, el cual consiste en que las rocas que se colocan en la base del recipiente contienen un poco de agua, la cual se suspende desde las piedras, bordeando todo el cristal hasta que vuelve a caer sobre la atmósfera, creando así el mantenimiento verde en las plantas, pero esa mezcla entre minerales y agua que hay dentro del cristal proporciona oxígeno”, detalló Castillo.
Es decir que un terrario solo necesita de riego cada tres años y su iluminación natural consta de siete a ocho horas, pues el cristal funciona como amplificador haciendo que la luz aumente dentro del mismo, manteniendo así resplandeciente cada plantita.
Por otra parte, estas especies pueden crecer uno o dos milímetros anualmente hasta tocar la cima del cristal.
No todo ha sido color de rosa para los brillantes universitarios. Han tenido muchos desaciertos dentro de su taller Green Spot que, aunque todavía no les permite revelar la receta, demuestra que su sabor los lleva por el bulevar del éxito.
El imparable dúo compartió con EL HERALDO que la creación de estos minijardines ha sido un proyecto de ensayo y error, en donde las especies han sido colocadas en diferentes ecosistemas para ver cómo se adaptan a cada uno de los cristales. “Pasamos como muchos años haciendo los experimentos para reconocer las especies y separándolas para no dañarlas”, dijo David Soler, con un tono de voz colmado de satisfacción, pues de los errores se aprende.
Rentable
El nuevo concepto, que está al alcance de los hogares para embellecer cada rinconcito de nuestro espacio, se ha convertido en un negocio muy rentable para los amantes de la naturaleza.
El precio de los terrarios es tan variado como su tamaño. El costo ronda desde los 100 lempiras hasta 5,000, dependiendo el tamaño, la decoración y el tipo de planta.
Si usted desea adquirir uno de los microecosistemas puede contactar a los audaces microempresarios a través de sus redes sociales, en Instagram: greenspothn5783 y en Facebook como GreenSpotHN.
El taller lleno de vida está situado en la colonia Payaquí de Tegucigalpa.