TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Honduras no cuenta con una ley de prevención de embarazos en niñas y adolescentes, lo que ha provocado una alta incidencia de partos de mujeres adolescentes cada año.
De acuerdo a datos oficiales de la Secretaría de Salud (Sesal), en los últimos cinco años -por cada uno- se reportan entre 20 a 29 mil partos de adolescentes.
Solamente en 2018, un total de 29,629 jóvenes, entre los 10 y 19 años de edad, dieron a luz.
Asimismo, en 2019 fueron 27,553 partos; en 2020 la suma fue de 23,911; para 2021 la cifra es de 25,039 y en 2022 al menos 23,153 adolescentes dieron a luz un niño.
Durante este 2023 no hay una cifra exacta, sin embargo, no se descarta que continúe la misma línea de incidencias.
El departamento que mayores casos reportan es Cortés. Posteriormente, le sigue Francisco Morazán, Olancho, Yoro y Comayagua.
Según el médico Carlos Umaña, diputado por el Partido Salvador de Honduras (PSH), al no contar con la ley de prevención de embarazo en adolescentes han visto una alta incidencia de adolescentes siendo padres antes de tiempo.
“Esto se debe a la poca educación de la sexualidad que ofrece tanto los padres de familia y los centros educativos, si realmente tuviéramos una educación sexual del núcleo familiar no deberían de ocurrir estos embarazos en una edad prematura”, manifestó.
También mencionó que “las muchachas embarazadas son muchas, prácticamente aquí en la zona norte del país hasta 40 muchachas se ven diariamente en diferentes centros en control prenatal y en otras ciudades del país”.
Por su parte, la ginecóloga Ana Blanco indicó que a los adolescentes se les debe de dar a conocer con charlas los métodos anticonceptivos para evitar embarazos a temprana edad.
¿Por qué la alta incidencia de embarazos?
El embarazo temprano se debe a la falta de educación integral, la cual es vital para prevenir este tipo de escenarios, pues las cifras son alarmantes.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), en Honduras, la tasa de embarazos adolescentes alcanzó 89 por cada 1,000 niñas de entre 15 a 19 años para el año 2021, superior al promedio de la región, que establece 61 embarazos por cada 1,000 adolescentes.
Asimismo, la organización indica que el territorio hondureño es el segundo país de América Latina con la tasa más alta de embarazos en adolescentes.
Para la ginecóloga Eliana Villamizar, la mayoría de estos embarazos ocurren en menores de 14 años de edad.
“Es preocupante los embarazos de adolescentes, pero la mayoría ocurre en menores de 14 años, la mayoría de esas gestaciones tienen su origen en violaciones y desconocimiento de una educación integral”, explicó.
Sin embargo, en un informe que realizó la UPNFA en 2020, se reveló que el porcentaje de mujeres entre 15 y 19 años de edad que es madre o alguna vez ha estado embarazada creció de un 21.5% en el 2006 a un 24% en el 2012.
”La mayor proporción de embarazos en adolescentes se presenta entre los adolescentes más pobres, que viven en áreas rurales y que cuentan con menores niveles de educación”, puntualizó.
Y, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), hasta el mes de marzo del 2022 el índice de embarazos en adolescentes es del 23%.
Por otro lado, Villamizar aseguró que el embarazo en adolescentes es una prioridad nacional que refleja la desigualdad y la pobreza y que requiere una respuesta coordinada, integrada, multidimensional y multisectorial.
“Los jóvenes necesitan un plan de vida, que sepan a dónde quieren ir, tener el debido cuidado y la prevención si están sexualmente activos, para que la vida no se vea desdichada”, manifestó.
Agregó que con la maternidad temprana también sufre el país, porque al no alcanzar el desarrollo pleno de las jóvenes madres, Honduras registra una pérdida de la capacidad productiva.
Anteriormente, la coordinadora de genero de la Secretaría de Salud (Sesal), Clara López, abundó que en Honduras es urgente tomar acciones para fortalecer los vínculos sociales, ya que muchas veces los embarazos en adolescentes ocurren por el temor de la niñas, niños y adolescentes a preguntar sus dudas y miedos porque creen que serán juzgados o castigados por sus familiares.