TEGUCIGALPA, HONDURAS.-La ambición de poder y el interés de acumular méritos para negociar futuras posiciones están detrás de los primeros pasos que hacen unos diez políticos interesados en ganar la candidatura presidencial en sus partidos para las próximas elecciones generales.
La tregua política, que en otros períodos presidenciales fue posible, parece que esta vez está lejos aun y cuando el gobierno apenas lleva ocho meses y está en proceso de desarrollo el diálogo nacional que procura crear las condiciones para terminar con la crisis política.
Al saber que Juan Orlando Hernández no buscará la reelección, porque la ha reiterado, en el Partido Nacional trabajan sigilosamente el ministro de Desarrollo Social y presidente del Comité Central, Reinaldo Sánchez; el designado presidencial Ricardo Álvarez; Mauricio Oliva, presidente del Congreso Nacional y con menos intensidad Nasry Asfura.
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Lo mismo ocurre en el Partido Liberal, donde Luis Zelaya y Elvin Santos hacen lo propio visitando lugares y sosteniendo reuniones sin que estas trasciendan públicamente, mientras que Óscar Melara, un joven empresario, está haciendo lo suyo en un afán por promover un nuevo liderazgo.
Tampoco quiere quedarse al margen de esta cruzada el subjefe de la bancada liberal, Juan Carlos Elvir.
En Libre, mientras tanto, el expresidente Manuel Zelaya está esperando la “legalidad” que se le pueda dar a la reelección en el diálogo nacional para oficializar sus pretensiones presidenciales, mientras que Salvador Nasralla está formando su propio partido para participar como presidenciable o entrar en alianza con otro partido.
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Ambición y poder
Para los analistas políticos, la calistenia que prematuramente hacen estos aspirantes no es más que el resultado de sus ambiciones personales y de poder.
“Uno de los problemas más graves del país es que el tiempo que debería de destinarse a hablar de una revolución educativa, de una reconversión tecnológica, del fortalecimiento del estado constitucional, se pierde cuando estamos en ese forcejeo de quién va a ser el candidato y quién va a sustituir al presidente de turno”, dijo Raúl Pineda.
“Esa visión equivocada es la que tiene a Honduras en los últimos lugares de desarrollo económico social”, expresó el entrevistado por EL HERALDO. Esta situación, añadió, “se va a mantener mientras la sociedad y la clase política no cambien esta visión errada”.
Los más afectados con los movimientos prematuros, son el gobierno y el mismo pueblo, principal víctima de la crisis política que no da señales de terminar.
Como presidente del Partido Nacional y en |
El trabajo subliminal que hacen estos políticos obedece a un “interés de tipo muy personal”, a criterio del también analista Pablo Carías.
“La política cada día se vuelve más competitiva, lamentablemente la competencia no gira alrededor de propuestas sustantivas, sino para escalar posiciones y para abrirse el espacio”, expuso Carías.
“Esto es parte de la disposición del sistema político que estamos viviendo los hondureños, están en un corre corre, no hacen ninguna consideración, no hay cálculos, no hay estudios, no hay reflexiones a fin de darle un espacio a la institucionalidad, a la nación”, cuestionó.
Los partidos tradicionales se han caracterizado por este tipo de actividades a lo interno. Nadie quiere quedarse atrás, pero algunos aspirantes están conscientes que “no por mucho madrugar amanece más temprano”.