Tegucigalpa, Honduras.-Son cientos de historias -de llantos y risas- las que han quedado impregnadas en los pasillos del Hospital Escuela (HE), el corazón del sistema de salud hondureño.
Este centro recibe cerca de 10,000 pacientes al día en promedio, quienes a pesar de las condiciones precarias, encuentran allí su única esperanza, ya que sus limitados recursos económicos los privan de costear atención en un hospital privado.
Las paredes descascaradas, las tuberías corroídas por el óxido y los techos llenos de grietas donde pedazos de cartón intentan, en vano, disfrazarse de cielo falso, son el rostro cruel del abandono en el que se encuentra el HE.
Isaías Sánchez es solo una de esas historias. Cuando el reloj marcó las 11:23 de la mañana, junto a un tomacorriente, desesperado, tratando de cargar su celular, con sus ojos cristalizados, contó a EL HERALDO cómo su esposa embarazada fue trasladada desde Olancho. Ella dio a luz, pero su salud empeoró.
Isaías conectaba y desconectaba su teléfono celular, tratando de contactar a su familia. Sin saberlo, su angustia chocaba con una de las mayores fallas del hospital: la electricidad.
Con un presupuesto de 2,758 millones de lempiras para 2024, solo se destinan 40 millones para mejoras en un hospital que lleva más de 40 años sirviendo a los más vulnerables.
Erick Martínez, jefe de Logística e Infraestructura del Hospital, lo admite con pesar. “El desgaste es enorme. Los problemas eléctricos y de tuberías son los más graves. Con los recursos que tenemos, así se lo voy a decir, lo que hacemos es parcharlo”.
Mauricio Corrales, presidente del sindicato de trabajadores, expresó: “El techo se cae a pedazos, pero las tuberías son una bomba de tiempo. Están amarradas con alambre y neumáticos”.
Mejoras recientes
Renace la esperanza en medio de las carencias. A simple vista, el Hospital Escuela deja entrever muchas de las necesidades que lo aquejan, pero en medio del deterioro, algunos espacios dan señales de mejora.
EL HERALDO recorrió varias áreas del centro asistencial, donde se observan nuevas obras en construcción y remodelaciones recientes, realizadas principalmente con donaciones. Uno de los pocos espacios que iluminan el hospital es la sala de consulta externa de Pediatría.
En contraste con el resto del edificio, donde los techos falsos se caen a pedazos, esta sala presenta condiciones dignas y adecuadas para atender a los más vulnerables.
El ambiente es acogedor, con paredes adornadas por cuadros pintados por niños oncológicos, muchos de los que no lograron vencer la enfermedad.
También está en marcha la construcción de una nueva cocina, que anteriormente se encontraba en condiciones deplorables.
La inhabilitación de seis quirófanos es otro de los problemas que aquejan al hospital. No obstante, la ministra de Salud, Carla Paredes, informó sobre la próxima intervención para recuperarlos.