TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Ramón Abad Custodio López, el más grande defensor de los derechos humanos que ha tenido Honduras, murió este martes a sus 92 años. No era un hombre cualquiera. Llegó a defender este país como muy pocos hondureños lo han hecho.
Nació en Comayagüela el 10 de diciembre de 1930. Era hijo de don Prudencio Custodio y de doña y Elisa López, de origen salvadoreños.
“Yo estoy asentado en los libros que eran de Comayagüela, por cierto, en tiempos de Suazo Córdova (Roberto) quisieron desaparecer mi partida de nacimiento para decir que yo era salvadoreño”, le contó a EL HERALDO.
Desde su niñez tenía una historia de lucha que nunca dejó hasta su último minuto de vida. Fue un defensor de la democracia, de los derechos humanos y de la Constitución y sus leyes. Desde pequeño enfrentó la dictadura de Tiburcio Carias Andino, después en 1956 luchó contra Julio Lozano Díaz que se había quedado en el poder.
A comienzos de la década de 1980 fundó el Comité para la Defensa de los Derechos humanos (Codeh), trinchera desde donde enfrentó con valentía a los abusos de los militares y policías. Como titular del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh), en dos periodos, puso en su lugar a varios embajadores, entre ellos el estadounidense Hugo Llorens.
“Llorens me llamó precisamente cuando estábamos eligiendo a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Tuve que responderle como hombre, como hondureño digno. Le dije: usted habla muy fuerte y le colgué el teléfono. El quería que aceptar que Mel Zelaya impusiera uno, dos o tres magistrados y yo le dije que eso era impropio. Hay otros embajadores con los que tuve diferencias, a un embajador de España tuve que ponerlo en su lugar”, relató.
De la misma forma, como respetuoso de la Constitución se opuso a las acciones antidemocráticas de Manuel Zelaya Rosales, quien se quiso reelegir violentando la Carta Magna en 2009 al tratar de instalar una cuarta urna de forma ilegal; asimismo, fue duro crítico de los abusos de poder y de la reelección de Juan Orlando Hernández.
“A mí nadie me puede decir que no he sido un hondureño a carta cabal. Yo nunca he traicionado a mi patria”, sostuvo en una entrevista que le dio a EL HERALDO en enero de 2015, a pocos días de haber dejado la titularidad del Conadeh, que presidió en dos periodos, el primero del 2002 al 2008 y el segundo del 2008 al 2014.
Públicamente era un hombre de temperamento fuerte, casi nunca sonreía, pero a corta distancia, fuera del lente de las cámaras, era un hombre sencillo, amable, muy respetuoso y buen consejero.
Las únicas conferencias de prensa donde los camarógrafos se peleaban por ubicarse en la mejor posición para encuadras la imagen del conferencista, eran las convocadas por Custodio.
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Él siempre llegaba a las conferencias de prensa muy serio, flanqueado por su hijo Ernesto y su insustituible relacionador público Julio Velásquez. Ahí, no había lugar para distracciones, los periodistas debían estar atentos a su exposición y preguntar lo que era necesario, porque él no repetía lo que había dado a conocer una vez cerrada a conferencia.
Nunca fueron convocatorias para alabar a nadie, siempre contenían fuertes denuncias o posiciones frente a un hecho que vulnerara la legalidad y el respeto de los derechos humanos. Su carrera siempre estuvo marcada por decir siempre la verdad, con documentación en mano.
Estudios
Como víctimas de la dictadura de Carías (1932-1949) sus padres tuvieron que trasladarse a El Salvador, años después regresaron a Honduras. A su regreso Custodio fue matriculado en la escuela Centroamérica, de la Logia Masónica, ubicada en el Barrio Debajo de Tegucigalpa. Luego asistió al colegio San Miguel, cuando estaba en Comayagüela. Ahí se graduó de bachiller.
Estudió medicina en El Salvador, pero cuando cursaba último año -por cuestiones de ser hondureño- lo expulsaron, entonces vino a terminar su carrera a Tegucigalpa, graduándose en diciembre de 1995.
Comenzó a trabajar como médico en la Dirección General de Sanidad como subjefe de la unida de VCG que era la vacuna contra la tuberculosis.
Después de viajar a La Mosquitia, a su regreso, publicó varias denuncias en el diario El Cronista y eso disgustó a las autoridades de Salud que lo mandaron como médico a Trujillo, lugar sobre el cual había realizado las denuncia.
En una casualidad conoció a quienes dirigían la huelga estudiantil universitaria contra Julio Lozano Díaz, quien se había quedado en el poder. Custodio terminó entrando al cuartel San Francisco en 1956. “Dimos la batalla”, rememoró.
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Recordó que una vez que salió del cuartel llegó a la embajada de Costa Rica y fue su primer exilio, desde septiembre hasta noviembre, cuando los militares depusieran a Lozano Díaz el 21 de octubre de 1956. A su regreso sus padres lo mandaron a estudiar a Inglaterra donde se especializó en patología clínica, regresando en 1959.
Sus progenitores querían que él se fuera a vivir a El Salvador, pero él decidió quedarse en el país que lo vio nacer y con el apoyo económico de ellos fundó el laboratorio Custodio, que estaba ubicado en el barrio Los Dolores. “Y viví de eso casi 40 o 50 años”.
Guerra de 1969
Custodio, un día recibió una llamada telefónica de su hermana que le dijo: “escuchá la radio, puede haber guerra”.
Sintonizó la radio y supo de la salida del embajador salvadoreño sin comunicarlo al gobierno. Inmediatamente llamó a la directiva del Colegio Médico, del cual era su presidente, para discutir cual iba a ser el papel de esa entidad.
Faltando unos 15 minutos para la una de la mañana “les dije ya hemos discutido suficiente, vamos a Casa Presidencial a presentarnos. Dos médicos dijeron que íbamos hacer el ridículo que la gente nos iba a ver y les dije: a esta hora no hay gente”.
Llegamos a Casa Presidencial y cuando explicamos que éramos la junta del Colegio Médico, el general López Arellano “nos recibió y quedamos prácticamente militarizados. Se me dio el grado de mayor del ejército y a todos los miembros de la junta directiva. “Por ahí tengo todavía los papeles, así que soy veterano de guerra, pero nunca he cobrado pensión”, contó.
Resulta que la plaza de Nueva Ocotepeque era indefendible, los salvadoreños traían mucha artillería y eso se sabía desde antes que se declara la guerra.
“Entonces se nos vino la misión médica, teníamos un hospital instalado en la recta de la Labor. Don Jorge Bueso Arias me vio cuando aterrizamos en Santa Rosa de Copán. Yo había volado con las tropas de la Guardia de Honor Presidencial íbamos directo para el frente. Cuando la batalla de San Rafael de las Mataras ahí estábamos recibiendo y atendiendo heridos”.
El Codeh
Custodio se involucró en la defensa de los derechos humanos entre 1980 y 1981. Se habían registrado violaciones a los derechos humanos en Nicaragua, Argentina, Uruguay y Chile y entonces Edgardo Paz Barnica un día le dijo: “hay que prepararse”.
Así, junto Mauricio Villeda Bermúdez, José Sarmiento, Manuel Acosta Bonilla, Guillermo Molina Chocano decidieron fundar el Comité para la Defensa de los Derechos Humanos (Codeh).
“Mauricio y yo dimos la cara porque era un pacto de caballeros, que los dos íbamos a salir públicamente sin andar usando seudónimos y nada de ocultar nuestro trabajo”, explicó.
Desde esta barricada, Custodio impuso la defensa de los derechos humanos frente a una doctrina de la seguridad nacional. Fue temido por los militares y policías y luego muy escuchado por los presidentes.
En una ocasión un militar intentó asesinarlo. “Aún con la pistola sobre mi pecho le dije: a usted lo manda algún superior, no se comprometa, vaya y dígale a su superior que aquí lo espera Ramón Custodio”.
Incluso el temido general Gustavo Álvarez Martínez, sostuvo en su momento que a hombres como Custodio no se les acaba por la espalda, detalló.
En su lucha por el país, Custodio también aspiró a la presidencia de la República. “Fui un aspirante porque nunca pude reunir el número de firmas que se me exigía. La única persona ecuánime que me encontré en el Tribunal Supremo Electoral fue David Matamoros Batson, fue el único que supo tratarme con respeto, de ahí los demás se hacían los disimulados.
“El problema de Honduras es la ética personal, política, familiar. Personas que prometen ser honestas no lo son, juran respeto a la Constitución y a las leyes y no cumplen”, criticó.
Tras el fin de la guerra fría, Custodio no claudicó en la defensa de los derechos humanos. En los años 90 continuó denunciando la corrupción de los militares y de los policías, involucrados en secuestros, robo de vehículos y ganado.
Conadeh
En el año 2002 asumió la titularidad del Conadeh, sin plegarse en ningún momento a los gobiernos de turno. En 2003 interpuso un recurso de inconstitucionalidad, gracias al cual la Corte Suprema de Justicia (CSJ) determinó que el Congreso Nacional no tiene potestad para interpretar a su antojo la Constitución.
Desde esta entidad impulsó la depuración del Poder Judicial, de la Policía y criticó la militarización de la sociedad. Fue el primer hondureño en decir públicamente que Honduras se estaba convirtiendo en un narcoestado y nadie lo escuchó.
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En la crisis política de 2009 siempre defendió la legalidad, esto le trajo duras criticas por parte de los grupos afines a Manuel Zelaya Rosales. “Como comisionado traté de ser ecuánime e independiente. Claro, eso me llevó a la situación del 2009, tengo mi conciencia tranquila, yo no tengo que darle explicaciones a nadie de que actué correctamente”, le dijo a EL HERALDO.
Aunque se convirtió en un ícono en la defensa de los derechos humanos y deja un legado para las nuevas generaciones, también tuvo una vida con momentos muy críticos.
En 1996 fue asesinada su hija adoptiva Mercedes Emilia Burgos, caso que fue manipulado en Medicina Forense para liberar a los responsables; luego en agosto de 2007 perdió a su esposa María Elena Espinoza con quien tuvo dos hijos Ramón y Manuel Ernesto.
En abril de 2014 murió su hijo Manuel Ernesto. Tras retirarse del Conadeh, fue columnista de EL HERALDO donde continuó su defensa de la democracia, la legalidad y fue un duro crítico de los abusos de Juan Orlando Hernández. En los últimos años también estuvo dedicado a escribir sus memorias.