SAN PEDRO SULA, HONDURAS.-Los
rostros inocentes de Brithani, Nicolle y Kenner Cardona Orellana reflejan la triste realidad de muchos
niños en Honduras: sus padres están ausentes, a miles de kilómetros de ellos.
A simple vista Brithani, la más pequeña, parece ajena a la situación y sonríe ante la cámara aunque con timidez, sin embargo su hermano mayor -más consciente de lo que sucede- muestra tristeza en su mirada, seguramente es el que más los extraña.
La foto tomada en San Pedro Sula por la Agencia AP, muestra al pequeño Kenner Alberto rodeando con sus brazos a sus hermanas, parece indicar que él se siente responsable de ellas, a pesar de haber quedado al cuidado de sus tíos (ambos ubicados a la derecha e izquierda de los niños).
Brithani Lizeth, de 3 años, su hermana Janeisy Nicolle, de 5, y su hermano de 9 años viven en San Pedro Sula, zona norte de Honduras, bajo el cuidado de sus tíos, afortunadamente.
Los padres de los niños están a cientos de kilómetros y dos países que los separa de Honduras, dirigiéndose hacia los Estados Unidos con miles de otros hondureños en la caravana migrante en la que centroamericanos también viajan.
Ellos prefirieron dejar a los niños en Honduras y aventurarse en la arriesgada travesía con la esperanza de lograr asilo y poder cambiar la vida de sus hijos.
Esta es la historia que se repite en muchos otros casos, la mayoría anónimos, de cientos de familias hondureñas que han dejado el país en busca de oportunidades, aunque a un alto precio: dejar atrás a sus pequeños quien sabe hasta cuándo.
A simple vista Brithani, la más pequeña, parece ajena a la situación y sonríe ante la cámara aunque con timidez, sin embargo su hermano mayor -más consciente de lo que sucede- muestra tristeza en su mirada, seguramente es el que más los extraña.
La foto tomada en San Pedro Sula por la Agencia AP, muestra al pequeño Kenner Alberto rodeando con sus brazos a sus hermanas, parece indicar que él se siente responsable de ellas, a pesar de haber quedado al cuidado de sus tíos (ambos ubicados a la derecha e izquierda de los niños).
Brithani Lizeth, de 3 años, su hermana Janeisy Nicolle, de 5, y su hermano de 9 años viven en San Pedro Sula, zona norte de Honduras, bajo el cuidado de sus tíos, afortunadamente.
Los padres de los niños están a cientos de kilómetros y dos países que los separa de Honduras, dirigiéndose hacia los Estados Unidos con miles de otros hondureños en la caravana migrante en la que centroamericanos también viajan.
Ellos prefirieron dejar a los niños en Honduras y aventurarse en la arriesgada travesía con la esperanza de lograr asilo y poder cambiar la vida de sus hijos.
Esta es la historia que se repite en muchos otros casos, la mayoría anónimos, de cientos de familias hondureñas que han dejado el país en busca de oportunidades, aunque a un alto precio: dejar atrás a sus pequeños quien sabe hasta cuándo.
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