ANDALUCÍA, ESPAÑA.- Su pasión por la cocina y la creación de una página en Facebook para reunir a los hondureños que residen en Córdoba, una ciudad al sur de Andalucía, España, le abrieron las puertas a Michelle Crespo cuando de repente se vio sola en un país extranjero, donde fue víctima de un fraude.
La joven, originaria de Puerto Cortés, llegó a España en 2017 tras decidir embarcarse con una compañía que le permitiría agendarse recursos y a la vez viajar, pero al llegar a Barcelona -junto a otras seis personas- descubrieron que todo había sido un fraude, no existía tal contratación.
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De pronto se vio sin empleo, con su familia al otro lado del Atlántico y con apenas 50 dólares en su bolsillo, ¿qué hacer? Regresar a Honduras, decepcionada tras ver sus sueños deshechos, no. “Yo solo compré un vuelo, no venía a quedarme”, comentó a EL HERALDO.
Crespo recuerda que solo ella y otro hondureño decidieron hacerle frente a la adversidad, por lo que se vio en necesidad de recurrir a una buena amiga de su familia que no dudó en darle la mano. “Ese día que llegamos a Barcelona me tocó dormir en el aeropuerto, no sabía qué hacer, hasta que mi amiga llegó por mí y me llevó a Córdoba donde me quedé viviendo hasta la fecha”, nos compartió.
“Estoy muy contenta y no me arrepiento para nada aunque fue difícil, apenas traía 50 dólares que mi suegra me puso en mis manos cuando me dio un abrazo de despedida”.
“Según mis planes yo no tendría gastos, pues en el barco se nos proporcionaría hospedaje y alimentación. Fue muy, muy difícil”, nos relató con la voz angustiada, pero esa primera prueba la volvería una mujer determinada a no rendirse.
La pandemia la orilló a emprender
Michelle logró ubicarse como interna (niñera) y siete meses después su novio, Edson Rodríguez, la alcanzó en Córdoba, pero él no logró encontrar empleo y tuvo que marcharse a Madrid. Así estuvieron bastante tiempo, ambos en España, pero en distintas ciudades. Pasaron dos años y por fin pudo reunirse con el resto de la familia: su hijo Daniel Eliab, de 11 años, que llegó al país europeo junto a su mamá y su hermana.
Cuando todo parecía mejorar llegó la pandemia y no había trabajo para nadie.
Pero como la porteña es de esas personas que en la crisis ven una oportunidad, el hecho de verse confinados por la cuarentena la llevaron a cocinar para vender entre sus allegados.
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“La idea surgió un día que le dije a mi novio ‘voy a hacer unos enrollados de canela’”, contó a EL HERALDO, “soy muy apasionada a cocinar. Me encanta, nadie me enseñó simplemente me gusta cocinar”.
Fue así que comenzó con su negocio. “Hice 45 enrollados de canela y los vendí todos”. Luego probó con comida, la hace los fines de semana, porque siempre mantiene su trabajo de niñera.
“Hice pollo con tajadas, el famoso “pollo chuco” de nosotros y a la gente le encantó”, nos comentó. Tiempo atrás había creado la página Hondureños en Córdoba con el propósito de tener contacto con otros compatriotas, y con ella comenzó a promocionar su comida en medio de la pandemia.
También incursionó en la venta de semitas. “Hice como 30 semitas y volaron como pan caliente. Para el día siguiente tenía encargadas 300 semitas”, recordó.
Su menú no se limita al pollo chuco, también ofrece shap suey, arroz chino, pollos hornados, pierna, tamales, semitas, pasteles tres leches, pupusas, chuleta frita, boquitas y tajadas con carne molida, entre otros.
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Actualmente su negocio solo funciona los fines de semana y con entregas a domicilio, donde es apoyada por su familia que se encarga de comprar los productos y preparar los encurtidos, incluso su novio se involucra en la tarea, aunque de lejos, la apoya con la contabilidad y otros trámites. “Sin ellos no fuera posible”, agregó.
La joven catracha nos reveló que su sueño y el de su futuro esposo es algún día tener su local y dedicarse de lleno a la comida. “Ahora, cuando preparo la comida, la pequeña cocina de mi casa se vuelve un caos”, relató Michelle.
La joven comienza a tomar pedidos desde el día lunes para el fin de semana dedicarse a la producción de los platillos junto a su familia.
“Mi hijo, que tiene 11 años y es mi mayor apoyo, en momentos en que estoy muy ocupada, se encarga de entregar los pedidos más cercanos”, detalló Crespo. También cuenta con el apoyo de Edson, con quien este próximo 2 de febrero se unirá en matrimonio.
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Como familia no descartan muy pronto sumar esfuerzos para montar un local de envíos y venta de productos nostálgicos, que es el sueño de su mamá.
La joven instó a los hondureños a luchar por sus metas. “Todos tenemos que buscar nuestras oportunidades. El mundo está lleno de oportunidades, pero a veces nos dormimos y nos acomodamos. Podemos estar mejor todos, pero hay que buscarlo”.