Hondureños en el Mundo

Un dolor que no conoce fronteras: La historia de un migrante hondureño desaparecido

Bairon Banegas retornó al territorio nacional en noviembre de 2013, pero en mayo de 2014 se aventuró a irse de nuevo, ahora atravesando el desierto de Arizona
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09.09.2018

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Mami, no se preocupe porque estoy bien, dentro de cuatro o cinco días vamos a poder estar juntos otra vez”, esas fueron las palabras que mi abuela Mirna Banegas escuchó de su hijo Bairon Fabrizzio Banegas Flores (35), la última vez que tuvo comunicación con él, quien estaba en Sasabe –pequeña comunidad en Arizona, Estados Unidos-, el 25 de mayo de 2014.

Mientras redacto estas líneas, me quedo pensativa y me pregunto… ¿Por dónde continúo? –y las lágrimas aparecen como por arte de magia-, entonces descubro que lo más difícil para un periodista es tomar la decisión de escribir una historia familiar.

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Al interrogar a través de una llamada telefónica a la matriarca de la familia sobre la desaparición de su hijo –lo más complicado que he tenido que hacer-, mencionó que “el 26 de mayo, el guía de ese grupo de migrantes le realizó una extraña llamada a la esposa de Bairon en la que solo se dijo ‘your family, your family’ (tu familia, tu familia) y luego se cortó sin poder comunicarnos de nuevo”.

Bairon es el tercero de los cuatro hijos de Mirna Banegas.

Bairon es el tercero de los cuatro hijos de Mirna Banegas.


Un camino complicado…
Se supone que mi tío, quien residiendo en Estados Unidos se hizo pastor de una iglesia evangélica, era la persona que iba un poco más atrasada en el camino, porque llevaba dos mochilas, en una cargaba agua y sueros; en la otra portaba tres o cuatro pares de zapatos, cosas que iba compartiendo en el trayecto con al menos 15 migrantes.

Una persona colmada de virtudes
Hijo, hermano, sobrino, nieto, tío, primo, esposo, papá y, sobre todo, amigo incondicional, ese que siempre está dispuesto a estrechar la mano a todo el mundo –porque así de noble es su gigantezco corazón-.

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Tan bondadoso es, que cuando se le presentó un problema a un miembro de la iglesia, él intentó interceder por su feligrés ante inmigración sin importarle que eso podría significarle una detención y deportación a Honduras, porque estaba en proceso para obtener el Estatus de Protección Temporal (TPS).

Banegas retornó al territorio nacional en noviembre de 2013, pero en mayo de 2014 se aventuró a irse de nuevo, ahora atravesando el desierto de Arizona para reunificarse con su esposa y sus dos hijas, luego que una de ellas empezara a sufrir depresión por la ausencia de su padre.

Luego de ser deportado a Honduras, Bairon visitó diversas aldeas del departamento de Intibucá para realizar donaciones a niños y adultos.

Luego de ser deportado a Honduras, Bairon visitó diversas aldeas del departamento de Intibucá para realizar donaciones a niños y adultos.


Han pasado exactamente siete años y desde entonces, ese reencuentro familiar no se ha podido llevar a cabo, pues desde la última vez que se tuvo comunicación con él, no se volvió a saber nada.

Una radiante luz que no se apaga
Aunque es doloroso y, por ende, un tema del que poco se habla en la familia, la esperanza permanece en el corazón de cada uno de nosotros, sobre todo, en el de su esforzada madre, quien ha recurrido a inmigración, cárceles, consulados y organizaciones comunitarias sin obtener respuesta alguna.

Pese a ello, la búsqueda continúa y la fe cada día nos visita; creyendo en que los momentos más difíciles de nuestras vidas son los escenarios idóneos para que la gloria de Dios se manifieste.

Mi abuela ha sido cobijada por el Centro Colibrí para los Derechos Humanos, una organización con sede en Tucson, Arizona, que ayuda a identificar migrantes desaparecidos al intentar cruzar a Estados Unidos.

La organización Colibrí desarrolla reuniones con los familiares de los migrantes desaparecidos.

La organización Colibrí desarrolla reuniones con los familiares de los migrantes desaparecidos.


Colibrí viaja por todo el país para recolectar material genético de personas que han reportado algún familiar desaparecido.

No obstante, un informe del Observatorio de Legislación y Políticas Migratorias asegura que las muestras de ADN de familiares se envían a una base de datos de la Oficina Federal de Investigación (FBI), en caso de que se encuentren restos humanos, pero que los inmigrantes en general prefieren no dejarse tomar muestras, ya que muchos de ellos son indocumentados y temen ser deportados.

Hasta finales de 2017, un registro de la Pastoral de Movilidad Humana indicaba que en los últimos 10 a ños al menos 3,000 compatriotas han desaparecido en la ruta migratoria, sin embargo, ese dato podría ir en aumento.

“A esas familias que están pasando por la misma situación, yo les digo que no se sientan solos porque hay organizaciones que ayudan a buscar a los inmigrantes”, dijo mi abuela.

Este altar en donde se coloca la foto de los migrantes desaparecidos dice: 'Siempre presentes, los seguimos buscando'.

Este altar en donde se coloca la foto de los migrantes desaparecidos dice: 'Siempre presentes, los seguimos buscando'.


Así que, si en medio de todo este proceso usted nos ve sonreír, es porque Dios nos tiene de pie y si nos ve llorar, es porque Dios está sanando nuestros corazones.

Y como diría mi tío Bairon, “Dios es bueno” –esas palabras me las dijo muchas veces- y sé que lo es.

Nuestra historia sencillamente refleja la triste y dura realidad que enfrentan los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos… un dolor que no conoce fronteras.