Desde 1970 hasta 2024: El narcotráfico controló a políticos hasta gobernar a Honduras

La historia revela que los militares fueron los primeros agentes del Estado en vincularse con los capos, le siguieron los políticos, quienes al llegar al poder controlaron a los operados de justicia para proteger a los narcotraficantes

lun 26 de febrero de 2024 a las 13:0

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Menos de 50 años le llevó al narcotráfico contaminar a los estratos sociales, controlar las instituciones operadoras de justicia, a la esfera política y gobernar al país.

Una podredumbre que los mismos narcos ahora revelan con detalles en las cortes judiciales de Estados Unidos, salpicando con nombre y apellidos a los políticos, empresarios, militares, policías y miembros de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), coludidos con ellos.

Históricamente el narcotráfico surgió en Honduras en la década de los 70. Uno de sus primeros asesinatos fue el de los esposos Mario y Mary Ferrari en 1977. Este crimen sacudió a la sociedad hondureña. En este caso -según los periódicos de ese entonces- se involucró al narcotraficante Ramón Matta Ballesteros y al coronel de las Fuerzas Armadas, Leónidas Torres Arias.

Los militares fueron los primeros agentes del Estado en ser parte de este tipo de hampa. En ese entonces el padrinazgo de los políticos a los traficantes de droga también ya comenzaba a mencionarse.

$!En la década de 1980 el país ya era considerado como puente del narcotráfico. Fue durante el gobierno de Simón Azcona que se entregó a Estados Unidos al capo Ramón Matta Ballesteros.

Trampolín

En los años 80, Honduras ya era calificada como un trampolín del narcotráfico. Cargamentos de droga pasaban por el territorio. “Decomisan (en Miami) cocaína procedente de Honduras, por más de $70 millones”, informaba EL HERALDO el 20 de noviembre de 1987.

Asimismo, el 24 de noviembre de 1987, el capo colombiano Jorge Luis Ochoa Vásquez fue capturado en Bogotá, Colombia cuando se trasladada en un vehículo Porsche deportivo del coronel hondureño William Said Speer, quien estaba asignado a ese país suramericano como agregado militar.

Por otro lado, Matta Ballesteros era mencionado en el caso de Irán- Contra como uno de los narcos que financió la guerra anticomunista en Nicaragua. Tras escapar de una cárcel colombiana él vivía en su residencia ubicada en la colonia Los Ángeles, en la capital, donde era visto como un empresario muy influyente y de corazón generoso.

En diciembre de 1987 su imperio empezó a derrumbarse. En la primera Teletón realizada entre el 11 y 12 de diciembre de 1987, Matta Ballesteros envió un donativo de 50 mil lempiras que no fue aceptado.

“Una duda quedó flotando en el ambiente cuando la animadora costarricense anunció que el controversial ciudadano Juan Ramón Matta había donado la cantidad de 50 mil lempiras, pero posteriormente aclaró que la aportación no fue registrada por el sistema de cómputo”, escribió para EL HERADO la periodista Alma Pavón.

Incluso, en el gobierno del presidente Simón Azcona (1996-1990) el capo ofreció pagar la deuda externa del país, que en ese tiempo -según una publicación del Centro de Documentación de Honduras (Cedoh)- superaba los 1,388 millones de dólares. Oferta que tampoco fue aceptada.

En abril de 1988 fue capturado en Tegucigalpa y llevado a Estados Unidos -con escala en República Dominicana- donde la justicia norteamericana le impuso una pena de cárcel perpetua.

Así llegó la década de los 90 y el narcotráfico seguía en auge en Honduras. Uno de los casos que más sonó en esa época fue la captura, el 8 de septiembre de 1992, del coronel retirado Rolando Mejía Garrigó en posesión de 50 kilos de cocaína valorada en unos 98 millones de dólares.

Narcos del nuevo siglo

Los informes de las agencias de antinarcóticos señalan que el narcotráfico y el lavado de activos en Honduras floreció aceleradamente desde el gobierno del expresidente Manuel Zelaya Rosales y se apoderó del poder político en la administración de Juan Orlando Hernández.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), a través del informe “Crimen organizado transnacional en Centroamérica y el Caribe: una evaluación de amenazas”, afirmó en 2012 que las incautaciones de cocaína en Centroamérica pasaron de 17 toneladas en 2000, a 97 en 2006.

“La implementación de la estrategia de seguridad mexicana aumentó la importancia de los vínculos centroamericanos que habían comenzado muchos años antes. Las luchas entre los grupos mexicanos se convirtieron en luchas entre sus aliados en los países más al sur”, menciona el informe en la página 19.

Incluso, dice que las circunstancias políticas también influyeron en esta tendencia, como el golpe de Estado en Honduras en 2009.

“Los encargados de aplicar la ley cayeron en el desorden, se desviaron recursos para mantener el orden, y se suspendió la asistencia antidroga de los Estados Unidos. El resultado fue una especie de fiebre del oro de la cocaína. Se dispararon los vuelos directos desde la frontera de la República Bolivariana de Venezuela con Colombia a las pistas de aterrizaje en Honduras, y comenzó una lucha violenta por el control de este corredor de la droga agudizado”, puntualiza el documento.

Los reportes de las mismas Fuerzas Armadas de Honduras dicen que desde 2014 hasta 2023 se destruyeron más de nueve millones de plantas de coca en el país.

Esto evidencia que desde comienzos del nuevo siglo, el negocio de las drogas y la violencia que arrastran a su paso floreció aceleradamente. Surgieron capos con su propio cartel, también el tráfico de cocaína se volvió un negocio muy violento dirigido por hermanos.

Para el año 2002, los narcotraficantes ya controlaban territorios y rutas en Honduras. Para este entonces los políticos ya estaban en el negocio sucio. Incluso, permitieron que empresas de narcos tuvieran negocios con el Estado.

El 21 de junio del 2003, César Augusto Díaz, diputado liberal al Parlamento Centroamericano (Parlacen), fue capturado en Nicaragua con siete kilos de heroína. Igualmente, el 5 de julio de 2003 fue apresado en Olancho el diputado nacionalista, Armando Ávila Panchamé, minutos después de recibir un cargamento de droga. Meses después fue asesinado en la Penitenciaría Nacional.

Los informes de las agencias antinarcóticos señalan que en el gobierno de Manuel Zelaya Rosales (2006-2009) aumentaron las trazas de las narcoavionetas.

Incluso en febrero de 2006, cuando Zelaya recién había tomado posesión como presidente, un avión supuestamente enviado por el narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán a un alto funcionario en el poder apareció en el aeropuerto de Toncontín.

El general retirado Julián Arístides González, quien estaba al frente de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (DLCN) desde el año 2003, ya había documentado a los políticos, militares y policías, vinculados a los carteles. Como él se volvió un obstáculo para los narcotraficantes, éstos pagaron a policías para que lo asesinaran el 8 de diciembre de 2009.

Las revelaciones en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, donde un jurado encontró culpable al expresidente Juan Orlando Hernández por narcotráfico, evidenciaron cómo los carteles florecieron desde el gobierno de Zelaya, pasando por la administración de Porfirio Lobo Sosa (2010-2014) y de Juan Orlando Hernández (2014-2022).

Los mismos testigos del juicio, muchos de ellos excapos de la droga, revelaron cómo políticos hondureños, incluidos presidentes, fueron sobornados a cambio de protección y para dejar pasar la cocaína a sus anchas por Honduras.

Al ser consultados por EL HERALDO, la mayoría negó las acusaciones, afirmando que se trataba de personas que mentían para reducir su condena.

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