La capital de Honduras se convirtió el domingo en la ciudad Santa de Jerusalén, donde la feligresía, portando palmas de coyol bendecidas, vitoreó al Rey de Reyes en su entrada triunfal.
“¡Hossana, bendito sea el que viene en el nombre del Señor! Estas fueron las ovaciones de júbilo para proclamar que Jesucristo debe reinar en esta ciudad.
Así inicia la conmemoración con la que cada año los cristianos católicos reviven los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo del Dios.
Con esta procesión del Domingo de Ramos se da paso al pórtico de los denominados días santos o de guardar.
“Los cristianos celebramos el domingo como el Día del Señor y el Domingo de Ramos es el día de la victoria, del triunfo de la muerte que pasa servida en Cristo Jesús”, explicó el sacerdote Carlo Magno Núñez, canciller de la Arquidiócesis de Tegucigalpa.
Oficios religiosos
La Semana Santa se hizo presente en la capital y en el marco del Año de la Fe se invita a la feligresía a manifestar el fervor religioso propio de esta época.
En primer lugar, se busca dejar como mensaje que la Semana Santa debe ser un tiempo para pensar en Dios y reflexionar de cuánto amor ha tenido para la humanidad y que lo ha dado todo por salvarnos.
“El mensaje es que hay que querer con los mismos sentimientos que el Señor Jesús, tener un corazón lleno de paz y de armonía, que en Honduras cesen las confrontaciones, que aprendamos del amor misericordioso de Dios que lo da todo por salvarnos, que también nosotros lo demos todo por reconciliar nuestra Honduras y sacarla adelante”, señaló el presbítero.
Como es sabido, estamos en una temporada de intensa actividad litúrgica, por lo que en la Catedral San Miguel Arcángel, madre de todas las iglesias de Honduras, y en las 65 parroquias que conforman la Arquidiócesis de Tegucigalpa, están programados varios eventos.
La programación cumple con el objetivo de respetar la religiosidad popular e ir al encuentro de las tradiciones heredadas por los ancestros y que se ha luchado a través de los tiempos por conservarlas.
En esto tienen que ver las procesiones, que además de ser parte del patrimonio cultural religioso, representan una forma de evangelizar.
Entre las procesiones solemnes que recorren las principales calles en el Distrito Central están: la del Domingo de Ramos, el Señor de la Humildad, del Silencio o Prendimiento, Santo Entierro y el Encuentro con el Resucitado.
Lo más importante son los oficios religiosos, es decir las liturgias propias de cada día, el Pan de Vida, la Palabra de Dios.
Hay parroquias que se distinguen por su programación como la de El Calvario, ubicada en Comayagüela, donde hay eventos propios como la velación de la imagen del Señor de la Humildad; la institución de la Eucaristía, el Vía Crucis de Niños y la Procesión de la Resurrección, al igual que la novena de la Divina Misericordia.
“Estos son días para reencontrarnos con Jesús, el amor de Dios y demostrar que a pesar de las dificultades, crisis, los sinsabores que hay en el país, en la capital, somos portadores de esperanza, fe y compromiso cristiano”, declaró el sacerdote Ricardo Sevilla Chang, párroco de El Calvario.
La parroquia Inmaculada Concepción también se apegará a sus tradiciones marcadas por el fervor, para hacer de la Semana Santa un tiempo de gracia y amor de Dios.
Como en las demás parroquias, la liturgia de la Palabra y las tradicionales procesiones ocupan la parte central de las actividades.