PIJIJIAPAN, MÉXICO.- La caravana migrante que partió de Honduras avanzó el viernes por la costa mexicana del Pacífico, con crecientes obstáculos por la negativa de algunos transportistas de ayudarlos en su periplo hacia Estados Unidos.
Los migrantes partieron a las 3:00 de la mañana del viernes de la localidad de Pijijiapan hasta Arriaga, en Chiapas, por donde pasa el tren que por años muchos como ellos han tomado para llegar a Estados Unidos, conocido popularmente como “la bestia”. El trayecto de unos 100 kilómetros toma más de 15 horas recorrerlo a pie.
Ante el calor que se registra en la zona, muchos de los migrantes buscaban subirse a camiones de carga y otros vehículos para llegar a Arriaga, aunque tenían dificultades para lograrlo.
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“Los policías ya les dijeron (a los conductores) que no nos lleven”, comentó Ricardo Cruz, un migrante de 58 años, mientras esperaba, entrada la mañana, el momento en el que pudiera saltar a algún vehículo.
“Nos sentimos algo cansados y está largo lo que hay que recorrer todavía, pero no hay trabajo en nuestro país, ¿qué vamos a ir a hacer? ¿A morirnos de hambre tal vez?”, cuestionó el hombre, que se dedicaba al cultivo de la palma africana en el departamento de Colón en Honduras. Los indocumentados están dispuestos a llegar a Estados Unidos a pesar de las advertencias del presidente Donald Trump de que no se les permitirá el paso.
Advertencia de UNICEF
La caravana se acerca a “la bestia”, pese a la advertencia de UNICEF sobre los peligros a los que se exponen los niños que la integran.
La agencia pidió que los menores reciban protección y acceso a la sanidad, agua potable y otros servicios básicos y dijo que trabaja con las autoridades mexicanas para proporcionar agua y productos de higiene.
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UNICEF advirtió que el largo y complicado viaje hasta la frontera con Estados Unidos deja a los niños “expuestos a las inclemencias del tiempo, que incluyen temperaturas peligrosamente altas, con acceso limitado a un alojamiento adecuado”.
Aunque muchos de los migrantes huyen de la violencia y la pobreza en sus países de origen, “el viaje es largo, incierto y lleno de peligros, incluyendo el riesgo de explotación, violencia y abusos”, agregó la agencia.
Algunos de los 2,300 niños que se estima viajan en la caravana están enfermos o sufren deshidratación, dijo UNICEF el viernes.
Los migrantes aún deben recorrer más de 3,000 kilómetros para alcanzar la frontera con Estados Unidos, según sus cálculos, en un trayecto que les tomaría un mes y medio aproximadamente. La ONU estima que unas 7,000 personas viajan en la caravana.
Hasta el miércoles pasado se contabilizaban 1,743 solicitudes de refugio en México, particularmente menores de edad con sus madres y otras mujeres, según el gobierno mexicano.
Este viernes, las autoridades también detuvieron a otros 100 migrantes de El Salvador y Honduras que intentaban llegar a Estados Unidos.
Según varios medios estadounidenses, la Casa Blanca estudia emitir un decreto que suspendería la posibilidad de que migrantes centroamericanos puedan entrar a Estados Unidos para hacer una solicitud de asilo.
Detenciones
Por otra parte, las autoridades mexicanas optaron por perseguir y detener a un grupo de migrantes que transitaba detrás de la caravana emigrante.
Cerca de 300 personas fueron detenidas poco después de cruzar la frontera entre Guatemala y México, en Ciudad Hidalgo, cuando caminaban por la carretera que une esa localidad con Tapachula con la intención de alcanzar al grupo grande.
La caravana principal dejó Tapachula el lunes y ahora está llegando a Arriaga, 250 kilómetros más al norte pero todavía en el estado de Chiapas.
Una autoridad del Instituto Nacional de Migración que pidió el anonimato por no tener autorizado el hacer declaraciones dijo que el grupo de detenidos estaba formado por hondureños y guatemaltecos que fueron arrestados porque entraron en el país sin los documentos necesarios.
Los migrantes serán trasladados en autobús hasta una estación migratoria desde donde previsiblemente serán repatriados.
Todos los días hay migrantes que cruzan irregularmente la frontera sur mexicana, pero lo habitual es que después se suban en camiones o autobuses fletados por los traficantes durante la noche para evitar ser detenidos.
El hecho de que los arrestados ahora viajaran a plena luz del día sugiere que estaban adoptando la táctica de la caravana que, al ser muy grande, se está moviendo sin temor a las autoridades migratorias aunque también cruzó la frontera de forma ilegal. Todo apunta a que las autoridades, que han dejado pasar a la caravana, han optado por detener a los grupos más pequeños que se quedan aislados de ella.
¿Y Mario?
El gobierno hondureño aseguró que son alrededor de 4,500 personas las que han retornado al país. Una de ellas es el pequeño Mario, un menor de 12 años que se convirtió en símbolo de la caravana.
Sin embargo, el gobierno se negó a reintegrar a su familia al niño, denunció el padre del menor.
“Estoy aquí en el centro (de atención de migrantes deportados) de Belén y no me lo quieren entregar. Él no es moto (huérfano)”, dijo a la AFP José Mario Castellanos.
Su hijo, Mario David Castellanos, fue recibido la noche del jueves por autoridades hondureñas que lo llevaron a Belén, un centro de atención de niños migrantes retornados adscrito a la Dirección de la Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf) en San Pedro Sula.
La primera dama, Ana García de Hernández, explicó en un comunicado que las autoridades no entregarán el niño a sus padres hasta que identifiquen “las condiciones de vida de su familia” y determinen “qué oportunidades podrá brindarle el gobierno para seguir adelante”.
“El gobierno de Juan Orlando Hernández lo apoyará, la prioridad es que el niño sea insertado en el sistema escolar, al igual que el resto de menores que retornen y que no estudiaban”, indicó.
García recordó también que Mario David viajaba “sin ningún familiar” y que medios internacionales lo calificaron como “niño símbolo de la movilización irregular”.
El menor fue arrestado por la policía mexicana cuando participaba en el éxodo masivo de unas 2,000 personas que partió el 13 de octubre de San Pedro Sula en busca del “sueño americano”.
El padre del niño aseguró a la AFP que su hijo se fue sin su permiso, pero exigió que las autoridades se lo entregaran porque es una persona responsable con capacidad para cuidarlo.
“Él no es un niño de la calle, quiero que me lo entreguen”, demandó Castellanos por teléfono a la AFP.
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