Tras entrar a Guatemala entre viernes y sábado, los migrantes pernoctaban dispersos en el departamento oriental de Chiquimula, fronterizo con Honduras, muchos a la orilla de la carretera, luego de una jornada marcada por intensos forcejeos con las fuerzas de seguridad, y en donde solo avanzaron 50 kilómetros.
La caravana intenta alcanzar el siguiente objetivo, México, que ya blindó su frontera. Unos 9,000 migrantes habían entrado inicialmente al país, según la estimación preliminar de las autoridades.
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El grupo que marcha a la cabeza, conformado por unas 3,500 personas, chocó con decenas de policías y soldados desplegados en un punto de control en el poblado de Vado Hondo, en Chiquimula. Tras empujones, varios pasaron, aunque fueron interceptados más adelante. En la gresca un militar resultó herido, indicó Migración.
Otros grupos menores también están siendo contenidos por la policía.
Algunos regresan
'No van a poder pasar', advirtió el director general de Migración, Guillermo Díaz, al lamentar que se expongan a niños y ancianos en la marcha, y exhortando a los migrantes al retorno voluntario.Guatemala puso a disposición camiones y autobuses para que los migrantes regresen a Honduras y, según el último reporte de Migración, cerca de un millar ya había sido devuelto a la frontera, entre ellos 163 niños.
Los migrantes se adentraron en territorio guatemalteco en las últimas horas del viernes por Camotán (Chiquimula), tras romper un cerco policial en el puesto fronterizo El Florido, y obviando los controles migratorios que demandan presentar documentos y prueba negativa de covid-19.
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El gobierno de Guatemala recriminó a Honduras la 'transgresión' de su soberanía nacional, y le pidió 'contener la salida masiva de sus habitantes'.
En octubre Guatemala devolvió una caravana con 4,000 personas bajo el argumento del riesgo a contagios de covid y que el país promueve una migración legal.
Hacia el cerco mexicano
Pero los migrantes insisten en su marcha hacia el norte, afirmando huir de una Honduras fuertemente golpeada por el paso de los huracanes Eta e Iota en noviembre y la falta de empleo causada por la pandemia, que se suman a los males endémicos de un país acribillado por la violencia asociada a las pandillas y el narcotráfico.'Decidí ir a Estados Unidos porque en mi país no hay trabajo, no hay nada, y obligatoriamente tengo que salir porque la pandemia y huracanes hicieron destrozos en el país', explicó a la AFP el hondureño Carlos Flores, de 20 años.
Casi todos llevan mochilas con sus pocas pertenencias y en su mayoría visten sandalias.
'He venido a pie, sin dinero, sufriendo. Gracias a Dios ya vamos aquí en Guatemala, ya para salir [a Estados Unidos]' dijo a la prensa Agustina Rodríguez, de 40 años.
La mayoría partió la madrugada del viernes desde la estación de buses de San Pedro Sula, en el norte de Honduras, habitual génesis de las caravanas.
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Casi todos van a pie y algunos piden un 'aventón'.
De superar los cercos de los policías guatemaltecos, los migrantes tendrán que pasar por la capital, donde la Casa del Migrante de la Iglesia católica adelantó que no podrá recibirlos debido a la pandemia, aunque les entregará alimentación y material de higiene y 'bioseguridad'.
Tras recorrer 450 km dentro de Guatemala, el grueso de la caravana intentará luego entrar a México por el paso fronterizo de Tecún Umán (suroeste).
Emergencia en frontera
Muchos participantes de esta caravana están convencidos de que Joe Biden, quien asume la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero, será más flexible que su antecesor, Donald Trump, con las normas migratorias.Pero Washington ya descartó la posibilidad de un trato especial. 'No pierdan su tiempo y dinero y no arriesguen su seguridad y salud. Es un viaje mortal', precisó el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), Mark A. Morgan.
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El propio Trump extendió el viernes la 'emergencia nacional' en la frontera con México, impuesta por primera vez en febrero de 2019 para desbloquear fondos y construir su tan anunciado muro.
Más de una docena de caravanas, algunas con miles de migrantes, han salido de Honduras desde octubre de 2018, pero se han topado con millares de guardias fronterizos y militares estadounidenses posicionados en la frontera sur con México por Trump.