Los solicitantes de asilo provenientes de Centroamérica y otras partes ocuparon el puente vehicular desde la madrugada. Algunos incluso durmieron sobre tapetes o sus abrigos; también había niños y bebés.
Casi un millar de migrantes que esperan su cita para pedir refugio en Estados Unidos acampan desde hace casi dos meses junto al cruce internacional en tiendas de campaña donadas por distintas organizaciones no gubernamentales, pero un grupo de ellos, harto con la lentitud de los trámites, la falta de información clara y las malas condiciones en las que viven, optó por ocupar el puente desde la madrugada del jueves.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus iniciales en inglés) informó en un comunicado que el tránsito en el puente “estuvo temporalmente detenido alrededor de la 1:30 de la madrugada después de que un grupo de entre 250 y 300 migrantes sin documentos de entrada” se reunió a la mitad del puente.
El bloqueo también causó largas filas en otros puentes internacionales que conectan con Matamoros.
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Sin embargo, hacia la tarde y después de un cierre de 13 horas, los migrantes se alejaron y las autoridades estadounidenses reabrieron el cruce, por el que transita un 80 por ciento del tráfico peatonal entre Brownsville y Matamoros.
Ernesto Banegas, un albañil hondureño de 51 años, dijo que la protesta comenzó después de que circularan rumores en el campamento de migrantes ubicado cerca del puente de que se les podría permitir la entrada a Estados Unidos.
La mayoría se quejan de las esperas, de la incertidumbre y la falta de información sobre su proceso de asilo en ese país.
“No queremos obstaculizar el tránsito, sólo que alguien hable con nosotros y esta era la única forma de intentarlo”, dijo Banegas, quien huyó de su país después de que secuestraran a su hijo de 5 años.
“Que nos diga sí o no”, dijo Carla Moradel, una mujer de 21 años que lleva dos meses esperando después de haber sido enviada de regreso a México tras cruzar a Estados Unidos.
“Si me hubieran dicho claro que no, me hubiera vuelto a Honduras, pero todavía creo que hay una oportunidad”, dijo Moradel, quien dejó el país centroamericano con su hijo de 5 años porque no encontraba trabajo.
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En muchos cruces fronterizos las autoridades estadounidenses aceptan apenas unos cuantos solicitantes por día. The Associated Press encontró alrededor de 19,000 nombres en las listas de espera de cuatro ciudades fronterizas visitadas a finales de julio.
Además, está devolviendo masivamente a solicitantes de asilo no mexicanos mediante el programa conocido como “Permanecer en México”. Tan sólo por Matamoros han regresado a más de 11,000 personas, según datos del Instituto Tamaulipeco para los Migrantes.
La frustración por las políticas de Estados Unidos para limitar las solicitudes de asilo ha ido creciendo y hace algunos meses derivó en un intento masivo por cruzar ilegalmente. Sin embargo, lo del jueves estaba lejos de ser eso. Se trató de una protesta pacífica, y aparentemente el cierre estadounidense fue una medida preventiva.
Por la tarde, el alcalde de Matamoros, Mario Alberto López, caminó por el puente para hablar con los migrantes y tratar de persuadirlos de reabrir el cruce.
Los migrantes le dijeron que vivían en malas condiciones en Matamoros, con poco acceso a sanitarios, y el mandatario local prometió enviar equipos de limpieza y montar instalaciones para aseo.
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Segismundo Doguín, delegado del Instituto Nacional de Migración en Tamaulipas, dijo que las exigencias de los manifestantes fueron escuchadas y entregadas a funcionarios estadounidenses, y que se ofreció a los migrantes del puente ser llevados a un albergue para esperar en mejores condiciones su fecha para asistir al tribunal.
Pero los migrantes no parecen dispuestos a aceptar esta oferta que ya les han hecho en otras ocasiones. Joshue Sabillón, un hondureño que entró a hablar con las autoridades, indicó que la gente no se fía y temen que si se mueven de ahí todavía les hagan menos caso.
El alcalde y otros señalaron que el bloqueo causaba inconvenientes a los residentes de Matamoros que debían cruzar para trabajar, ir de compras u otros motivos.
Liliana Ramírez, una comerciante de 35 años que vende raspados (granizados) a los peatones en el puente, dijo que perdió todo el día sin hacer una sola venta.
Dichas protestas “nos perjudican a todos”, dijo Ramírez. “También a ellos (los migrantes) se les van a poner las cosas más difíciles”.
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Además se quejó de la basura en el campamento.
El comunicado de la CBP señala que los migrantes que habían sido regresados a México a esperar su audiencia (una política conocida como Protocolos de Protección a Migrantes) pero no pudieron cruzar debido al cierre, recibirían nuevas fechas de audiencia.
Orlando Valerio, un migrante nicaragüense de 53 años, dijo que él fue uno de los que no llegó a su audiencia.
“Les entiendo, soy uno de ellos, pero no pueden obstaculizar las cosas así”, comentó.
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Algunos locales simpatizaron con los migrantes
Francisco Tovar, que toca el piano en un bar cerca de la frontera, dijo que las personas podían cruzar por otras partes.
“Son cuestiones políticas, y Estados Unidos y México tienen que hacer algo”, dijo.
Momentos después de que se reabriera el cruce el jueves, agentes de Estados Unidos organizaron uno de sus simulacros antimotines rutinarios. Arrojaron latas de humo y se volvió a cerrar el cruce, aunque en esta ocasión sólo durante un par de minutos.