La Cumbre de las Américas, que comienza este viernes en Panamá, permite finalmente a esa instancia de diálogo cerrar un ciclo histórico y definir su rostro común, al reunir por primera vez a representantes de todos los países de la región.
La histórica incorporación de Cuba a la Cumbre cierra un ciclo entero de aislamiento político y permite a la reunión poder atribuirse la representación de la visión y las prioridades de todo el continente, sin excepciones, después de medio siglo.
Nunca antes todos los jefes de Estado y de gobierno de los países americanos compartieron un recinto de discusión, detalle que pone de manifiesto la trascendencia histórica de la reunión de Panamá.
La última vez que todos los países americanos, sin excepción, estuvieron representados en un mismo evento fue en la Reunión de Consulta de los cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la ciudad uruguaya de Punta del Este, en enero de 1962.
Esa reunión de hace 53 años se tornó tristemente famosa, sin embargo, porque marcó la 'exclusión' de Cuba del seno de la OEA, dando el primer paso en la transformación de la pequeña isla comunista del Caribe en una especie de paria continental.
Recién en 1975 la OEA dejó en libertad a sus países miembros a adoptar decisiones autónomas sobre sus relaciones con Cuba, y finalmente la entidad anuló la resolución de exclusión durante una Asamblea Extraordinaria en 2009.
La I Cumbre de las Américas, convocada en diciembre de 1994 por el entonces presidente estadounidense Bill Clinton, tuvo lugar muy cerca de Cuba, en Miami, aunque en ese momento a ningún líder regional se le ocurrió mencionar la silla vacía.
Desde esa primera cumbre presidencial continental, hace 21 años, mucha agua ha pasado bajo el puente, al punto que la presencia de Cuba en esta edición se había tornado un tema constante de la agenda para los países de la región.
Cuando el presidente estadounidense Barack Obama participó de su primera cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago en 2009, prometió el inicio de una 'nueva relación' con la región, un compromiso que fue recibido con algarabía generalizada.
Pero cuando en 2012 se realizó una nueva Cumbre, en la colombiana Cartagena, y aún la silla de Cuba estaba vacía, ya no hubo forma de eludir la necesidad de discutir de forma franca tan ruidosa ausencia.
En enero de 2014 la región mandó un mensaje inequívoco: todos los líderes de América Latina y el Caribe se dieron cita para una Cumbre en La Habana, acompañados hasta por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
En diciembre pasado, en tanto, Obama y el líder cubano Raúl Castro sorprendieron al mundo al anunciar el inicio de un esfuerzo por restablecer sus relaciones diplomáticas, abriendo así de par en par la puerta a una Cumbre histórica en Panamá.
Por eso, si la exclusión de Cuba de la OEA en Punta del Este en 1962 fue la más sólida expresión política de la guerra fría en el continente, la Cumbre de Panamá tiene todos los elementos para representar el entierro de ese ciclo.