Desafiando los insultos y la hegemonía del nacionalismo catalán, Inés Arrimadas triunfó en l as elecciones de este jueves y se consagró como el mayor azote de los independentistas.
Un millón cien mil personas, un 25% de los electores, votaron por Ciudadanos, el partido que encabeza en Cataluña esta mujer de 36 años de cara aniñada pero conocida por sus duros discursos contra un separatismo que repitió mayoría en el Parlamento catalán y espera gobernar.
Allí, en la cámara regional, tachó de 'golpe a la democracia' las sesiones del 6 y 7 de septiembre. En ellas, la exigua mayoría independentista sacó adelante, sin apenas debate y desoyendo las advertencias de los letrados del Parlamento, la ley que permitió celebrar el referéndum ilegal de autodeterminación del 1 de octubre.
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También en octubre, y en vísperas de la declaración unilateral de independencia realizada en la cámara, acusó al cesado presidente catalán Carles Puigdemont de haber embarcado la región en un proceso 'kafkiano'.
'A usted no le gusta dar la cara, señor presidente, no le gusta dialogar, no le gusta debatir, no le gusta negociar con quien no sea como usted', le soltó Arrimadas, a quien sus allegados describen como 'organizada', 'detallista' y capaz de 'trabajar hasta la extenuación'.
Un ascenso meteórico
Nacida el 3 de julio de 1981 en la localidad andaluza de Jerez de la Frontera (sur) y licenciada en Derecho y Administración de Empresas, se mudó hace más de una década a Cataluña, para trabajar como abogada en el sector privado.
Su vida dio un giro cuando un día de 2010 asistió con una amiga a un mitin de Ciudadanos. Al año siguiente se afilió y a partir de ahí su ascensión ha sido fulgurante, siendo elegida diputada regional a finales de 2012.
Su emergencia como líder en Cataluña se produjo al tiempo que Albert Rivera, fundador del partido, daba el salto a Madrid para afianzar la vocación nacional de Ciudadanos.
Y es que el partido nació como formación de ámbito catalán en 2006, para oponerse al nacionalismo, defender la unidad de España y luchar contra la corrupción.
Al frente de la oposición en la cámara catalana desde 2015, Arrimadas descolló por su ingenio comunicativo, tachando la reivindicación soberanista de 'monotema' y la consulta sobre la independencia de 'neveréndum'.
Y frente a un nacionalismo que califica de 'excluyente', se presentó a estas elecciones como la abanderada de cientos de miles de españoles que emigraron desde otras regiones para trabajar en Cataluña.
Por el camino cosechó numerosos elogios, como el del ex primer ministro francés, Manuel Valls, implicado en la campaña catalana del lado de los partidos favorables a la unidad de España, que dijo 'admirar' sus discurssos.
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Pero también le cayeron insultos ad hominem, y no sólo machistas. Núria de Gispert, que fuera presidenta del Parlamento catalán, le espetó en una ocasión que haría mejor en volverse a su Cádiz natal, en una alusión desdeñosa a sus orígenes andaluces.
'Recibo diariamente el odio y el cariño más espectacular, todo diariamente, por igual', confesó hace poco en un programa televisivo esta benjamina de cinco hermanos, que de pequeña 'siempre buscaba la manera de hacerse notar', según su hermana Marina.
Su combate con el nacionalismo catalán tiene no obstante un reverso curioso, más allá de que sea aficionada del FC Barcelona, abanderado universal del catalanismo.
Y es que desde el pasado año está casada con Xavier Cima, exdiputado regional catalán por el partido de... Puigdemont.
Una mujer 'legalista'
'Los partidos nacionalistas nunca más podrán hablar en nombre de toda Cataluña, porque Cataluña somos todos', clamó este jueves Arrimadas al celebrar el triunfo de su partido que pasó de 25 a 37 diputados, sobre un total de 135.
Andrés Rodríguez Benot, catedrático de derecho internacional privado en la universidad Pablo de Olavide de Sevilla, cuenta una anécdota curiosa de cuando ella estudiaba allí.
Arrimadas, 'una alumna brillante' aunque 'reservada', detectó que algunos compañeros estaban falseando sus certificados de idiomas para lograr una beca Erasmus. Ella lo denunció al rectorado, que corroboró los hechos y sancionó a esos alumnos.
'Es una persona muy estricta y muy legalista', asegura el profesor. 'Con ella, olvídate de la palabra corrupción'.
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