Las embarazadas expuestas a niveles moderados de un pesticida común pueden tener hijos que presenten cambios duraderos en su estructura cerebral relacionados con una menor inteligencia, según una investigación divulgada el lunes en Estados Unidos.
El estudio, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Nueva York, examinó la exposición de embarazadas de la ciudad al insecticida clorpirifos, o CPF, un organofosfato ampliamente utilizado para el control de plagas en fincas y espacios públicos.
Las mujeres participantes, un total de 369, lo hicieron antes de 2001, cuando este insecticida fue prohibido para uso doméstico en Estados Unidos, aunque el producto químico sigue utilizándose en agricultura en todo el mundo.
Los investigadores compararon a 20 niños, de cinco a 11 años, cuyas madres registraron los niveles más altos de CPF y encontraron 'anomalías significativas' en su estructura cerebral en comparación con los 20 niños cuyas madres presentaron las exposiciones más bajas.
Todas las mujeres del estudio habían estado expuestas a niveles por debajo de los límites máximos de exposición aguda en Estados Unidos, lo que indica que incluso una exposición baja a moderada podría plantear riesgos considerables para el desarrollo cerebral de un niño.
'El presente estudio proporciona evidencia de que el período prenatal es un momento vulnerable para el desarrollo del niño', dijo la autora principal, Virginia Rauh, profesora de la Escuela Mailman de Salud Pública y subdirectora del Centro Columbia de Salud Ambiental Infantil (CCCEH, por su sigla en inglés).
'La exposición tóxica durante este período crítico puede tener efectos de largo alcance en el desarrollo cerebral y el funcionamiento conductual'.
Los investigadores usaron imágenes captadas por resonancia magnética del cerebro de los niños, que mostraron cambios estructurales: algunas áreas eran más grandes de lo habitual, y algunas diferencias entre hombres y mujeres típicas en la estructura cerebral aparecían eliminadas o invertidas en el grupo de alto grado de exposición a plaguicidas.
Se necesitan más estudios para determinar los efectos a largo plazo de los cambios, 'compatibles con los déficit de coeficiente intelectual ya informados en los niños con altos niveles de exposición a los clorpirifos', según la investigación.
El estudio fue el primero en utilizar imágenes por resonancia magnética para confirmar anteriores resultados de cambios en la estructura cerebral en animales expuestos a los pesticidas, dijeron los autores.
'Al combinar imágenes del cerebro e investigaciones en la comunidad, ahora tenemos una evidencia mucho más fuerte que vincula los clorpirifos con problemas de desarrollo neurológico', dijo otro de los investigadores, Bradley Peterson, jefe de Psiquiatría del Niño y el Adolescente del Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York.
Los científicos dijeron que estudios previos han demostrado que los niveles urbanos de este químico han disminuido desde las restricciones estadounidenses de 2001, pero advirtieron que persisten los riesgos, ya que esta sustancia se se sigue utilizando en el cultivo de alimentos y piensos, en el tratamiento de madera, y espacios públicos como campos de golf, parques y carreteras.