Las aerolíneas extranjeras que reclaman al gobierno 3,000 millones de dólares comenzaron a suspender esta semana sus ventas en Caracas, incluso a cancelar vuelos, en lo que parece el fin de la ficción de viajes principescos con tarifas de remate subsidiadas incluso a extranjeros.
Durante años Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras mundiales, ha sido El Dorado de las líneas aéreas ya que un bolívar sobrevaluado les garantizaba años redondos con vuelos repletos a precios fuertes.
Pero en abril el gobierno de Nicolás Maduro comenzó a retacear la entrega de dólares contra bolívares, poniendo fecha de vencimiento a una ficción insostenible.
Luego de encuentros discretos con la española Air Europa (la primera que dejó de vender boletos) y Alitalia (a la que el gobierno prometió pagar decenas de millones con bonos del estado, combustible y algo de dólares), el jueves hubo una minicumbre entre representantes de aerolíneas, dos ministros y otros funcionarios.
Air France, Avianca, Copa, American Airlines, Taca... la lista de empresas que han limitado sus ventas abarca todo los continentes, tamaños de empresas y composición societaria.
“Estamos reunidos con los representantes de las líneas aéreas. Estamos comprometidos a solventar cualquier dificultad, en pro del pueblo”, fue el escueto informe vía Twitter que brindó el ministro de Transporte Acuático y Aéreo, Hébert García Plaza. Luego silencio de radio.
Pero casi al mismo tiempo, AirCanadá informaba que “se encuentra suspendida momentáneamente la emisión de boletos”, en Caracas, donde es obligatorio abonar en bolívares.
Hasta los amigos
La ecuatoriana Tame tomó la acción más rotunda, suspendió sus vuelos a Caracas y reveló las causas: la deuda venezolana de 43 millones de dólares.
También Aerolíneas Argentinas, acuciada por un quebranto de 247 millones de dólares en 2013, bloqueó su venta de pasajes en bolívares en Caracas, al punto que el jueves no había plaza disponible para todo 2014.
Los desajustes cambiarios en Venezuela habían generado una ficción insostenible: los pasajeros que disponían de dólares podían viajar como príncipes por precios irrisorios al otro lado del mundo, mientras que la factura, digna de emires, era pagada por el gobierno.
“Tengo amigos en Dubái. Estuve cotizando para ir a verlos vía Nueva York. En clase ejecutiva costaba 72,000 bolívares, casi 12,000 dólares a tasa oficial. Pero si vendía dólares en el negro, me costaba apenas 1,100... menos que ir a Chile en clase turista. Una locura absoluta”, relata una residente extranjera del acomodado sector de La Castellana.