La recaudación de fondos, las encuestas y la historia no estaban del lado del presidente. Sin embargo, dos años después de una elección que demostró que las encuestas y pronósticos estaban equivocados, un aire de incertidumbre — y tormentas en algunas partes del país — ocultaba el resultado de las elecciones, desde Florida hasta Alaska, y todo el territorio entre ellos.
Los ansiosos republicanos expresaron en privado su confianza de mantener su estrecha mayoría en el Senado, pero temían perder la Cámara de Representantes. También estaban en riesgo las importantes gubernaturas de Florida, Georgia y Wisconsin.
Durante las primeras horas de la votación, las largas filas y máquinas descompuestas obstaculizaron los comicios en algunos distritos, incluidos algunos en Georgia, donde los votantes reportaron esperar hasta tres horas para votar en una reñida contienda para la gobernación. Más de 39 millones de estadounidenses ya han votado, ya sea en persona o por correo, superando los récords de votación adelantada en 37 estados, según un análisis de The Associated Press.
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Trump motivó a los votantes a considerar la primera elección a nivel nacional de su presidencia como un referendo a su liderazgo. Con la economía creciendo, también apostó a un mensaje de cierre xenofóbico, en el cual advirtió de una “invasión” inmigrante que prometía propagar crímenes violentos y drogas en el país.
Varias televisoras, incluida la favorita del presidente Fox News Channel, sacaron del aire un anuncio de campaña de Trump la víspera de la elección porque su caracterización de un inmigrante asesino llegó demasiado lejos.
La popularidad del presidente, de 40% según Gallup, es la menor para el primer periodo de cualquier presidente en la era moderna. Tanto Barack Obama como Bill Clinton estaban 5 puntos por arriba en el mismo periodo, y ambos sufrieron fuertes derrotas en las elecciones legislativas de 63 y 54 escaños de la cámara baja respectivamente.