TOKIO, JAPÓN.-La empresa japonesa que intentaba convertirse en la primera compañía privada en llevar una sonda a la Luna reconoció el fracaso de la misión y señaló que el aparato probablemente se estrelló en el satélite terrestre.
El módulo no tripulado de la Misión 1 del programa Hakuto-R debía plantarse en la Luna a las 16H40 GMT del martes, pero 25 minutos después de la hora prevista del alunizaje, la firma no podía establecer contacto con la sonda.
“Se ha determinado que hay una alta probabilidad de que el alunizador haya realizado un aterrizaje brusco sobre la superficie de la Luna”, dijo la empresa ispace en un comunicado.
La compañía nipona indicó que sus ingenieros estaban trabajando para establecer qué había fallado en el proceso de alunizaje.
“Aunque no esperábamos completar el alunizaje esta vez, creemos que hemos cumplido por completo el significado de esta misión, habiendo adquirido un gran volumen de datos y experiencia”, dijo su fundador y director general, Takeshi Hakamada.
“Lo que es importante es aportar este conocimiento y aprendizaje a la Misión 2 y más allá”, agregó.
El empresario afirmó que su compañía está trabajando en dos nuevas misiones de alunizaje y que este revés no alterará sus planes.
El módulo de alunizaje despegó en diciembre de la Tierra acoplado a un cohete Falcon 9 de SpaceX, equipado con material de varios países, incluido un róver lunar de Emiratos Árabes Unidos.
Hakuto-R, una sonda de 2 x 2,5 metros y un peso de 340 kilos, estaba en órbita lunar hacía un mes.
Todo parecía desarrollarse como estaba previsto al iniciar la operación, enteramente automática, que debía llevarla hasta el suelo lunar.
Pero después de varios minutos de ansiosa espera y de tentativas infructuosas de restablecer contacto con el aparato, los equipos en tierra tuvieron que admitir que le habían perdido el rastro.
El propio Hakamada se encargó de dar la mala noticia en un video de su empresa, en el cual aseguró que ispace mantendría sus “esfuerzos para futuras misiones”.
Carrera lunar
El éxito de la misión no estaba garantizado. En abril de 2019, un módulo de la empresa israelí SpaceIL se estrelló contra la superficie lunar.
La misma suerte corrió ese mismo año una sonda india, denominada Vikram.
Hasta ahora, solo Estados Unidos, Rusia y China consiguieron poner un robot en la Luna, situada a unos 400.000 km de la Tierra, y en todos los casos en programas promovidos por el gobierno.
La sonda transportaba varios róveres, incluido un modelo en miniatura japonés de apenas ocho centímetros.
También llevaba uno de Emiratos, apodado Rashid, de 10 kilos, que hubiera sido el primero del mundo árabe en realizar una misión lunar.
El pequeño país del Golfo, que en 2021 envió una sonda orbital a Marte, es el último llegado a la carrera espacial.
El proyecto Hakuto (“conejo blanco”, en japonés) fue uno de los cinco finalistas de la competición de Google Lunar X para colocar un róver en la Luna antes de 2018, plazo que expiró sin ganador.
Con solo 200 empleados, ispace explica que “quiere extender la esfera de la vida humana al espacio y crear un mundo sostenible suministrando servicios de transporte de alta frecuencia y bajo coste a la Luna”.
Hakamada asegura que la misión sienta “las bases para liberar el potencial de la Luna y transformarla en un sistema económico robusto y vibrante”.
La empresa cree que el satélite terrestre podría acoger una población de 1.000 personas en 2040, además de 10.000 visitantes anuales.
Dos empresas estadounidenses, Astrobotic e Intuitive Machines, planean enviar este año sendas misiones de alunizaje.
Esas misiones se realizan en cooperación con la Nasa, que busca desarrollar la economía lunar y encargó a empresas privadas material y experimentos científicos.
El programa estadounidense Artemis se propone enviar en los próximos años vuelos tripulados a la Luna, a fin de establecer allí una base y de desplegar una estación espacial en órbita lunar.
Japón y Estados Unidos anunciaron el año pasado su intención de enviar un astronauta japonés a la Luna antes del fin de esta década.