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Parisinos se unen en solidaridad, después huyen por pánico

Mientras los parisinos rendían homenaje a las víctimas del ataque, sonidos de petardos desataron el pánico haciendo huir a la multitud.

16.11.2015

Paris, Francia

Los parisinos efectuaban el domingo celebraciones espontáneas por la vida en desafío a los ataques, pero el sonido de petardos desató el pánico y las multitudes huyeron y se escondieron abajo de bancas, tiraron sillas y bicicletas.

Las emociones fueron fuertes en momentos en que la capital francesa cumplía tres días de luto por la muerte de 129 personas por su estilo de vida.

Las famosas campanas de la Catedral de Notre Dame repicaron durante 15 minutos en un homenaje a las víctimas. Las sirenas de policías acompañaron la melodía.

En la tarde, por las cafeterías que atacaron los extremistas armados y en la Plaza de la República, en uno de los barrios más animados de París, centenares de personas se dirigían gradualmente a pie hasta donde se hizo un altar improvisado.

Una enorme pancarta que envolvía la base de una estatua en la plaza decía: 'No pueden asustarnos'.

De súbito se escuchó un sonido fuerte, al parecer de petardos. Varios policías llegaron pistola en mano a investigar en el lugar.

Las personas corrían hacia todas direcciones, gritaban y escapaban por calles adyacentes y en unos minutos quedó vacía la enorme plaza.

Los gritos que se oyeron fueron '¡corran!', '¡salgan!', '¡tírense!'

Las personas pisotearon las flores, veladoras y recuerdos dejados en el monumento. Algunos se refugiaron en un hotel cercano, una tienda deportiva, bajo las mesas de las cafeterías, bancas de parques y detrás de árboles.

'Quien comience a correr hace que los demás también corran', declaró Alice Carton, trabajadora municipal que había venido a la plaza con dos amigos, en una serie de mensajes emitidos con su smartphone. 'Hay una ambiente muy extraño. (Las) sirenas y los gritos son fuente de temor'.

Durante un servicio especial en Notre Dame por las víctimas, varias filas se extendían hacia el exterior de la capital.

Numerosos policías patrullaron la zona con las manos listas en sus armas. Los vehículos de policía rodearon todos los flancos del monumento que tiene 850 años de antigüedad.

'Vine de vacaciones cinco días, lamento todo lo sucedido pero sentí que quedarme aquí era apoyar a Francia', dijo Marina Presnyakova, de 37 años y de Sochi, Rusia. Presnyakova trabaja en el sector turismo.

El jubilado Michael Staubes, de 70 años y oriundo de Virginia que vive ahora en París, se llevó la mano a la frente por aflicción y emoción cuando repicaban las campanas de la catedral.

'Estoy tomando un video de las campañas en solidaridad para mostrarlo a mis amigos en Estados Unidos. Toda la situación me parece muy desconcertante. Es muy difícil, no hay palabras', declaró.

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