La travesía de los hondureños que salen de forma ilegal a Estados Unidos es complicada y llena de obstáculos por los problemas de violencia, trata de personas, narcotráfico y la persecusión policial.
En el 2014, EL HERALDO realizó una profunda cobertura sobre la crisis suscitada por la ola de miles de niños migrantes en ruta al norte sin compañía, especial de Honduras, y posteriormente hacinados en albergues y celdas.
En esta nota revivimos el relato de una joven hondureña que logró ingresar sana y salva junto a su hija al país norteamericano en ese año.
'Gracias a Dios todo salió bien. Hay momentos que uno se quiere regresar pero con la misma hay que echar pa' delante', relató Emma Sofía Paz, quien al momento de la entrevista estaba alojada en un albergue católico de la ciudad de McAllen, Texas, fronteriza con México.
Enma realizó el recorrido acompañada de su hija de apenas 10 años, Hilary, y al pisar suelo estadounidense fue liberada por la Patrulla Fronteriza, un hecho que es muy poco probable que ocurra ahora con el cambio de las políticas migratorias sobre retornarlos con urgencia.
La joven comentó que es originaria de El Progreso, Yoro, lugar que tuvo que abandonar por la falta de oportunidades de trabajo y estudio, así como problemas de extorsión.
'Teníamos una pulperia y nos pidieron impuesto de 'guerra' (...) No quiero que mi hija crezca en violencia y a ella le gusta el inglés', recordó la migrante, como un retrato de lo que todavía padece Honduras.
La joven madre y su hija se pueden considerar afortunadas en la travesía, pues los migrantes que llegaron a suelo americano en ese tiempo, sobre todo niños sin compañía, fueron hacinados en celdas ante la sobrepoblación en los albergues tradicionales.
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