SAN DIEGO, ESTADOS UNIDOS.- Las medidas enérgicas que el gobierno del presidente
Donald Trump ha implementado a los viajes no esenciales provenientes de México en medio de la pandemia de coronavirus han creado enormes cuellos de botella en la frontera, y algunos automovilistas dicen que han esperado hasta 10 horas para ingresar a Estados Unidos.
Un estadounidense que trabaja para una compañía que brinda apoyo a los negocios con operaciones en México observó las largas filas el domingo por la noche desde su hogar en Tijuana, México. Ddijo que se formó a la medianoche para estar a tiempo en su turno que comenzaba a las 8 de la mañana el lunes en San Diego y q ue aún así llegó 90 minutos tarde.
Un estadounidense que trabaja para una compañía que brinda apoyo a los negocios con operaciones en México observó las largas filas el domingo por la noche desde su hogar en Tijuana, México. Ddijo que se formó a la medianoche para estar a tiempo en su turno que comenzaba a las 8 de la mañana el lunes en San Diego y q ue aún así llegó 90 minutos tarde.
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“Espero que sólo sea un ajuste inicial y que sea un poco más agilizado en el futuro”, comentó Ross Baldwin, el jefe del hombre y quien preside la compañía TACNA Services Inc.
La prohibición parcial que el gobierno de Trump introdujo en marzo para evitar la propagación del coronavirus no impide la entrada de las personas con nacionalidad estadounidense o que cuenten con residencia legal. Ir a trabajar, a la escuela o a citas médicas son considerados viajes esenciales, pero ir de compras, a comer o socializar no lo son.
Andrea Casillas, quien trabaja en una tienda de Bed Bath & Beyond en San Diego y vive en Tijuana porque es menos caro, esperó cuatro horas para ingresar a Estados Unidos el lunes.
“Hay un precio que pagar (por viajar desde México), pero debería ser razonable”, comentó Casillas. “Esto está yendo demasiado lejos”.
Las medidas se produjeron luego de que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) dijo que revisó a unos 100,000 viajeros que venían desde México en automóvil o a pie y que encontró que 63% de los ciudadanos estadounidenses o personas con residencia legal viajaban por cuestiones que no eran esenciales.
El viernes, la CBP empezó a reasignar al personal en 14 cruces fronterizos más grandes en California, Arizona y Texas para que la gente ingrese más rápido en las mañanas de los días laborales, cuando hay una mayor cantidad de viajes esenciales, lo que provoca enormes filas los fines de semana.
El martes, el tránsito era inusualmente ligero y los transeúntes portaban mascarillas y mantenían una corta distancia unos de otros. Se prevé que aumente el tiempo de espera durante el fin de semana o por las noches entre semana, afectando a personas que van a la playa o a restaurantes. Las esperas aumentaron en la frontera el fin de semana pasado y los cruces de California fueron los más afectados.
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Las medidas no aplican en la frontera con Canadá, la cual también está sujeta a la prohibición a viajes no esenciales. Los viajes aéreos no se han visto afectados.
Las filas que serpenteaban por las calles de Tijuana el fin de semana pasado fueron las más largas que los residentes han visto, representando problemas para los automovilistas que estaban desesperados por ir al baño.
La policía de Tijuana dijo que algunas personas se quedaron sin gasolina. Una mujer de 87 años falleció el domingo de un infarto en su vehículo mientras esperaba para pasar por el cruce fronterizo más transitado de la nación, en San Diego.
La personas que estaban atrapadas en el tránsito ventilaron su molestia en las redes sociales, publicando fotografías y videos tomados desde sus autos. Uno de ellos, Yair Melendrez, dijo que esperó cinco horas para cruzar para llegar a su trabajo el lunes.
Hacen “el cruce mas lento con el motivo de desesperar a toda esa gente que sale de vacaciones o que hacen viajes no esenciales”, señaló en un mensaje de texto. '¡Lo malo de todo esto es que a nosotros que vamos a trabajar nos perjudica bastante!”
Anne Maricich, subdirectora de las operaciones de campo de la CBP en San Diego, dijo que la espera en California alcanzó un máximo de seis horas según el recuento de la agencia. Los testigos reportaron esperas más largas.
El vendedor de tacos Christian Mendoza dijo que un cliente que atendió el lunes por la mañana le comentó que esperó siete horas. Los funcionarios de la CBP creen que el atasco en días laborales fue un remanente del fin de semana. Las filas eran tan cortas el martes que Mendoza no vendió un solo taco en tres horas.
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Antes de la pandemia, unas 200,000 personas ingresaban por día a Estados Unidos en los cruces de California con México, de acuerdo con la CBP. El promedio diario cayó a unas 70,000 personas luego de que se implementó la prohibición en marzo, pero desde entonces ha aumentado a unas 120,000.
La CBP está bajo presión para reducir las restricciones mientras las economías fronterizas que dependen de los consumidores mexicanos se ven cada vez más afectadas. El representante estadounidense por Texas, Henry Cuellar, dijo que el centro de Laredo, que se encuentra en su distrito, es un “pueblo fantasma”.
Jason Wells, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de San Ysidro, dijo que el 13% de los negocios en la zona aledaña al cruce entre San Diego y Tijuana han cerrado de manera permanente y aquellos que están abiertos han tenido una reducción de sus ingresos de más de la mitad.
Wells escribió a los miembros que “las restricciones fronterizas arbitrarias y las acciones punitivas contra aquellos que no encajan en una definición caprichosa de ‘esencial’ están causando más daño que bien”.
La CBP enfatizó las consideraciones de salud pública.
“Necesitamos que la gente piense dos veces sobre los viajes no esenciales y se pregunte si vale la pena arriesgar sus vidas y las vidas de los demás por el viaje”, dijo Rusty Payne, portavoz de la CBP.
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Christopher Landau, embajador de Estados Unidos en México, dijo que muchas personas cruzan la frontera para visitar a sus familiares, ir de compras o a restaurantes.
“Esta actitud irresponsable está agravando la crisis sanitaria”, tuiteó.
La CBP trabaja con grupos empresariales y funcionarios de sanidad de California para minimizar el impacto, señaló Maricich.
“Es un equilibrio muy difícil en este momento”, comentó.