El Salvador decidirá mañana por la continuidad de la izquierda, tras cinco años de gobierno de la exguerrilla, o el retorno a la derecha en unos comicios presidenciales con segunda vuelta en el horizonte.
El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que llegó al poder en 2009 de la mano de Mauricio Funes, va ahora a los comicios con el excomandante guerrillero y actual vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, de 69 años, prometiendo programas sociales.
Su rival, Norman Quijano, alcalde capitalino de 67 años, apuesta a su oferta de “mano dura” contra las pandillas, principal reclamo de la población, para devolver a la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) el poder que ostentó durante dos décadas.
Pero, por primera vez en la historia política de El Salvador, la derecha “dura” llega fragmentada a la contienda electoral pues Arena, tras culparlo de la derrota electoral, expulsó al expresidente Antonio Saca (2004-2009), quien hizo casa aparte y está en tercer lugar. La última encuesta de la Universidad Centroamericana (UCA), del 15 de enero, en una simulación de voto, da un 46.8% de apoyo a Sánchez Cerén, un 32.8% a Quijano y un 14.7% a Saca, en tanto que otra de la Universidad Tecnológica les otorga 38.3%, 29% y 11.6%, respectivamente.
Si ninguno de los candidatos obtiene el 50% de los votos válidos, habrá un balotaje el 9 de marzo con los dos candidatos más votados.
Con inseguridad de telón
El futuro mandatario salvadoreño tendrá en la inseguridad su mayor reto. Un candidato propone usar francotiradores para combatir a las pandillas. Otro quiere militarizar la seguridad pública y recluir a los jóvenes que no trabajan ni estudian en granjas donde impera una disciplina militar y así evitar que se unan a los pandilleros.
En un país acostumbrado a la violencia, que soportó una sangrienta guerra civil de 12 años y luego la irrupción feroz de los pandilleros, la inseguridad sigue en el primer lugar de la discusión pública y es el principal tema de las elecciones presidenciales, pues sigue teniendo en ascuas a la población, víctima indiscriminada de las extorsiones y testigo de asesinatos en las calles.
El candidato oficialista Salvador Sánchez Cerén, exguerrillero del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y uno de los favoritos de las encuestas, plantea combatir la delincuencia apoyando a las familias con inversión en las comunidades, una mejor educación y con una policía “ampliada, fortalecida y depurada” de corruptos o negligentes, dijo.
Sus propuestas no son nuevas y prefiere la vía conciliatoria, a diferencia de varios de sus oponentes que plantean el camino de la represión.
Su principal rival, según las encuestas, es el alcalde capitalino Norman Quijano, de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que ha prometido acabar con las pandillas militarizando las ciudades. “Estoy decidido a hacer uso de los poderes de la Constitución para militarizar la seguridad pública y establecer granjas militares”, dijo Quijano. La militarización que propone Quijano ha alarmado al vicepresidente del Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador, Omar Pastore. “Hasta donde me imagino, eso implicaría matar a los mareros y eso podría provocar otra guerra y un derramamiento de sangre”, advirtió.
El politólogo Antonio Martínez Uribe, de la Universidad Nacional, dijo que la militarización “es inconstitucional. Es prácticamente dar por anulado los Acuerdos de Paz de 1992”, que pusieron fin a 12 años de guerra civil.
Otro de los candidatos, Óscar Lemus, abogado y empresario avícola del partido derechista Fraternidad Patriota Salvadoreña, que tiene poco chance de ganar, planteó decretar “toques de queda” y usar francotiradores con veteranos del ejército para luchar contra los pandilleros.