Por Alexander Nazaryan / The New York Times
Hace más de una década, los arqueólogos comenzaron a excavar una de las iglesias cristianas más antiguas del mundo en medio de un desierto egipcio.
Retrasada por la guerra, la zozobra política y una pandemia mundial, la excavación ha resultado ser una mirada reveladora y perpleja a cómo los primeros cristianos enterraban a sus muertos.
Construida en un oasis en algún momento del siglo IV, la iglesia contenía una cantidad sorprendentemente grande de cadáveres: 11 cuerpos en dos criptas y seis en tumbas separadas. En ese periodo, los líderes como sacerdotes y obispos normalmente habrían sido enterrados en una iglesia, mientras que otros habrían sido relegados a cementerios. Pero en este sitio, en el desierto, la mayoría de los restos pertenecían a mujeres y niños.
“El hecho de que haya tantas tumbas dentro de la iglesia es notable”, dijo David Frankfurter, experto en religión egipcia en la Universidad de Boston, que no participó en el proyecto.
Mientras que las prácticas funerarias del antiguo Egipto tendían a ser fastuosas y grandiosas, los primeros entierros cristianos favorecían la simplicidad. Los cuerpos en la iglesia estaban envueltos en lienzos y solo dos estaban dentro de ataúdes. Con un cuerpo se dejaron manojos de romero, mirto y hojas de palma, y un niño fue enterrado con una copa de bronce. Por lo demás, las tumbas eran austeras.
El equipo —encabezado por David Ratzan, un experto en civilizaciones antiguas en la Universidad de Nueva York, y Nicola Aravecchia, arqueóloga de la Universidad de Washington, en St. Louis, Missouri, comenzó las excavaciones en la iglesia en el 2012. Pero la zozobra política, así como el asesinato accidental de varios turistas por parte del Ejército egipcio en una zona cercana del desierto occidental, mantuvo a los investigadores fuera de Egipto muchos años. Apenas se le permitió al equipo regresar a Egipto en el 2023 y terminar su labor.
La iglesia se hallaba en el borde oriental de Trimithis, una gran ciudad donde vivían miles de personas. Las excavaciones también han descubierto una villa, un templo pagano y una casa de baños romana, todo construido en lo que el arqueólogo Richard Long llamó “uno de los entornos más áridos y hostiles en la tierra”.
A fines del siglo 4, Trimithis fue abandonada. Capas de arena lo conservaron durante casi dos milenios.
Aunque Trimithis estaba remota, su fuerte producción de dátiles y aceitunas permitía a los residentes comerciar con la gente de las tierras fértiles a lo largo del río Nilo. Una mujer de mediana edad enterrada en la iglesia tenía todos sus dientes, posiblemente evidencia de una buena dieta y una vida de relativa comodidad, pese al duro entorno.
“Estaba mucho más interconectada con el mundo de lo que uno podría imaginar en un principio”, dijo Aravecchia sobre la Ciudad, que hoy se llama Amheida.
El emperador romano Constantino se convirtió al cristianismo en el año 312 d.C. La iglesia del desierto se construyó unas décadas más tarde. Los hallazgos debajo de la iglesia sugieren que la doctrina cristiana permaneció abierta a la interpretación al ser acogida en el Imperio Romano. Aunque millones de personas habían adoptado la fe, aún había espacio para experimentar, incluyendo sobre cómo pensar en la muerte.
“La gente está preocupada por el cadáver”, dijo Frankfurter sobre la iglesia de Trimithis. Esto iría en contra de la idea de que el cristianismo estaba más ocupado con el espíritu que con el cuerpo cuando se trataba del más allá.
También resulta intrigante la preponderancia de cadáveres femeninos.
“Tenemos amplia evidencia de que las mujeres ocupaban puestos de liderazgo en el cristianismo antiguo”, dijo Laura Nasrallah, experta en cristianismo temprano en la Universidad de Yale. Pero Nasrallah advirtió que aún no sabía lo suficiente sobre la iglesia de Trimithis para decir si las mujeres enterradas allí pudieron haber sido funcionarias religiosas.
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