China enfrenta su mayor crisis económica en 40 años; se reduce optimismo financiero
La economía de China enfrenta una crisis sin precedentes, con el colapso del sector inmobiliario y una drástica caída en el optimismo financiero
- 22 de septiembre de 2024 a las 17:50
Por Daisuke Wakabayashi y Claire Fu/The New York Times
Al tiempo que la economía de China emergía como una fuerza global en el 2004, los investigadores comenzaron a realizar encuestas a nivel nacional preguntando a los chinos si estaban en mejor situación financiera que cinco años antes.
El porcentaje de quienes se sentían más ricos aumentó cuando fueron encuestados cinco años después y nuevamente en el 2014, cuando alcanzó un máximo del 77 por ciento.
El año pasado, la cifra cayó al 39 por ciento.
Los resultados de esa encuesta hablan de una nueva realidad. La economía de China enfrenta una crisis como ninguna que haya experimentado desde que abrió su economía al mundo hace más de 40 años. El repunte post-Covid que se suponía reviviría a la economía no llegó.
Hace unos años, Beijing decidió alejar su economía de su dependencia en un mercado inmobiliario sobrecalentado, un sector que había apuntalado los ahorros de las familias, así como el sector bancario y las finanzas de los gobiernos locales chinos. Ahora el sector inmobiliario está en crisis. Los promotores colapsaron, dejando a su paso enormes deudas, una estela de inversiones fallidas, departamentos sin vender y empleos perdidos.
Los consumidores chinos, ya propensos a ahorrar mucho, se han vuelto aún más frugales. Las empresas que soportaron el impacto castigador de las medidas draconianas por Covid han recortado salarios y reducido la contratación. Millones de graduados universitarios que se incorporan al mercado laboral enfrentan malas perspectivas.
Durante años, los gobiernos locales pidieron prestado dinero para proyectos de desarrollo llamativos que mantuvieron a la gente trabajando y al sector de la construcción en auge, aún si no había necesidad de tanta infraestructura. Pero la deuda derivada de ese endeudamiento se ha disparado a más de 7 millones de millones de dólares.
Mientras que el colapso del sector inmobiliario ha causado muchos daños colaterales, el sistema financiero estrechamente controlado de China minimiza el riesgo de insolvencia. El peligro es que el Gobierno podría tener menos recursos fiscales que desplegar para evitar que las cosas se desmoronen.
“La consecuencia de esta crisis fiscal es menos crecimiento”, dijo Alicia García-Herrero, economista titular en el banco de inversión Natixis. La incertidumbre económica ha dejado a los ahorradores chinos y a los inversionistas extranjeros por igual corriendo por encontrar lugares seguros para depositar su dinero. Los precios inmobiliarios continúan cayendo y las acciones chinas tienen un desempeño inferior a las de otros países importantes.
China ha pronosticado que su economía crecerá alrededor de un 5 por ciento este año, un ritmo más rápido que el de la mayoría de las principales economías, aunque eso ahora puede estar en duda. Un aumento récord en las exportaciones, que inunda al mundo con productos, está impulsando el crecimiento económico de China. Pero el exceso de oferta también está socavando la rentabilidad de las industrias de alta tecnología que China esperaba que suavizaran el golpe de su transición de un crecimiento impulsado por el sector inmobiliario, y provocó una reacción violenta de sus socios comerciales.
China ha restado importancia a las preocupaciones económicas. En un artículo de opinión publicado en abril en los medios estatales, Jin Ruiting, de la Academia China de Investigación Macroeconómica, dijo que los medios y los políticos occidentales seguían “haciendo un escándalo por las fluctuaciones económicas a corto plazo de China”, mientras “exageraban los problemas y retos de la economía china”.
Pero persisten problemas fundamentales.
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