Por John Yoon e Hisako Ueno / The New York Times
Desde que se lanzó el Sputnik 1 en 1957, los satélites se han hecho de metales. Un grupo de científicos japoneses cree tener una alternativa viable: la madera.
Un cohete SpaceX recientemente fue lanzado del Centro Espacial Kennedy, en Florida, llevando el primer modelo de satélite del mundo con componentes de madera, combinando tecnología de punta con manufactura tradicional.
El satélite, un cubo de madera con paneles de 10 centímetros de ancho y pequeñas piezas de plástico y silicio, llegó a la Estación Espacial Internacional llevando una serie de componentes electrónicos. El plan era ponerlo en órbita este mes, dijo Koji Murata, profesor de ciencias forestales y de biomateriales en la Universidad de Kioto, en Japón, que trabajó en él.
Si tiene éxito, el invento, llamado LignoSat por la palabra latina para madera, lignum, podría abrir la puerta a otros usos de la madera en el espacio. La idea surgió en el 2017 a partir de una pregunta planteada por Takao Doi, un ingeniero japonés y ex astronauta de la NASA: ¿Podría una sociedad humana que viva en el espacio cultivar árboles como material de construcción renovable?
“Estábamos tratando de pensar en cómo construir algo en la Luna con madera”, dijo Murata. Pero necesitaban verificar si la madera podría usarse en el espacio.
Al año siguiente, Doi empezó a hablar de cómo, hace unos 100 años, los aviones se construían con madera. Lo que comenzó como una idea impulsiva evolucionó en un esfuerzo científico serio.
Doi y un grupo de científicos de la Universidad de Kioto y Sumitomo Forestry, una de las empresas madereras más antiguas de Japón, se propusieron determinar la mejor madera para enviar al espacio. Probaron tres tipos: abedul, cerezo y magnolia. Las muestras fueron enviadas en el 2022 a la Estación Espacial Internacional, donde pasaron casi ocho meses y estuvieron expuestas a temperaturas extremas, “intensos rayos cósmicos y peligrosas partículas solares”.
“Las pruebas confirmaron que no hay descomposición ni deformaciones”, escribieron los investigadores.
El equipo seleccionó la magnolia por su ligereza y resistencia al agrietamiento. La madera se procesó utilizando una técnica japonesa de carpintería centenaria llamada “sashimono”, que utiliza juntas complejas en lugar de tornillos, clavos o pegamento.
En el satélite trabajaron dos maestros carpinteros de Kioto, dijo Murata. Utilizando herramientas tradicionales, elaboraron los componentes de madera que terminarían orbitando la Tierra.
La tendencia de la madera a encogerse y deformarse de manera desigual al perder humedad requirió cuidadosas consideraciones de ingeniería. El diseño final también debía ser aprobado tanto por la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón como por la NASA.
En órbita, la madera de LignoSat será probada durante seis meses antes de que se desintegre en la atmósfera de la Tierra, dijo Murata. Los científicos monitorearán cuánto se expande y contrae la madera en el espacio y con qué precisión se puede medir el campo geomagnético dentro de una estructura de madera.
Cuando los satélites de metal arden al entrar a la atmósfera, liberan contaminantes como el óxido de aluminio que dañan la capa de ozono. La quema de madera sólo produce vapor de agua y dióxido de carbono, un subproducto más limpio, dijo Murata.
Muchas cosas pueden salir mal mientras el satélite está en el espacio. Sus paneles solares pueden dejar de funcionar y las baterías pueden sobrecalentarse o congelarse en un ambiente donde las temperaturas pueden fluctuar de 100 grados a menos 100 grados centígrados aproximadamente cada hora.
Pero Murata no está preocupado. El equipo imagina satélites de madera más grandes en el futuro y sus ambiciones se extendían más allá de la órbita de la Tierra, dijo.
“Espero cultivar madera en Marte”, dijo. Hoy el objetivo parece descabellado. Pero no es ajeno a lograr lo inverosímil.
“Solía pensar que era imposible enviar algo hecho de madera al espacio”, dijo Murata.
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