Por Tejal Rao/The New York Times
Si voltea al concurso anual de tablescaping de la Feria del Condado de Los Ángeles en busca de inspiración para poner la mesa, podría hallar, entre otras excentricidades, un calamar gigante hecho a mano presionado contra la portilla de un submarino flotante, una urna falsa para un gato muerto ficticio, una docena de muñecas e interminables adornos de escarcha brillante.
¿Acaso esperaba el drama silencioso de un arreglo floral? ¿Quizás algunos manteles discretos y velas cónicas? Estas no son ese tipo de mesas. Son piezas extravagantes y técnicamente precisas cuyo diseño y elaboración les toman a los concursantes todo el año.
“La gente piensa que es trivial”, dijo Ava Tramer, una guionista de cine y televisión que empezó a competir en el 2018. “Pero tomo muy en serio la idea de hacer todo bien”.
La primera mesa temática de Tramer fue “La Fiesta de Cumpleaños de Helen”, un estudio de una mujer solitaria con muchos gatos cuyos invitados incluían a sus mininos Princess Fishbone, Mr. Tinkles y Muffy 2. (Una urna falsa contiene a Muffy 1).
El diseñador británico David Hicks acuñó el término “tablescape” en los 60, al describirlo como “la disciplina de seleccionar”. Concursos de decoración de mesas para aficionados preceden el término y son un elemento fijo en ferias por todo EU.
En la Feria del Condado de Los Ángeles, donde el tablescaping es especialmente popular y elaborado, el evento ha atraído multitudes desde los años 30.
Los concursantes se comprometen con una idea y tienen cuatro horas para montar sus visiones en un frenesí de planchas, vaporizadores, cintas métricas y alfileres, mientras el olor a pegamento caliente llena el aire.
Ya sea que una mesa tenga una temática decembrina y esté llena de estrellas brillantes o diseñada para lucir como la superficie lunar, con extraterrestres de papel maché que emergen de cráteres rocosos, los jueces esperan que esté decorada con cubiertos y cristalería impecables. Los concursantes muestran sus menús temáticos y, aunque se prohíbe el uso de comida real, cada mesa debe reflejar su respectivo menú.
Las mesas miden alrededor de uno por 1.5 metros y deben estar preparadas para al menos dos personas. El jurado se enfoca en creatividad, uso de color, precisión y presentación.
Ben Dewald, un juez que imparte clases en el Collins College of Hospitality Management de la Universidad Estatal Politécnica de California, en Pomona, dijo que cada año se maravilla de cómo los concursantes hallan nuevas formas de superarse a sí mismos.
Dewald descuenta puntos por cosas que parecen obvias: cubiertos manchados o torcidos, un mantel arrugado o colocado de forma irregular o un centro de mesa demasiado llamativo que bloquea la línea de visión entre comensales.
Sin embargo, incluso Dewald admitió que la “precisión” puede ser debatida. “Es fácil mirar y descubrir lo que no es perfecto”, dijo. “Pero lo más difícil es elegir al mejor de todos”.
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