Por Natasha Singer / The New York Times
REVERE, Massachusetts — Ricardo Martínez estaba en el comedor de su preparatoria en abril cuando estalló una riña masiva.
Observó, horrorizado, al tiempo que una docena de adolescentes se daban de golpes y patadas. Otros alumnos se burlaban y se arremolinaban para grabar la pelea en sus teléfonos.
“Fue como una estampida de videos”, dijo Martínez, de 18 años, alumno de último año de preparatoria.
Sin embargo, el pandemonio en la Preparatoria Revere apenas comenzaba. A los pocos minutos, alumnos en otras partes del edificio empezaron a recibir mensajes de texto sobre la pelea. De pronto, docenas de adolescentes agitados empezaron a correr por los pasillos y a precipitarse por las escaleras con sus teléfonos para grabar la riña.
Los administradores llamaron a la Policía. El plantel suspendió a 17 estudiantes.
Por todo EU, tecnología centrada en celulares —mensajes de texto, videos y redes sociales— ha avivado cada vez más y a veces ha intensificado pleitos en escuelas. En varios casos, alumnos murieron posteriormente a causa de sus heridas.
Discusiones a menudo inician con ciberbullying, lo que incita altercados en persona. Entonces, compañeros de clases empiezan a grabar y a presionar a otros para que peleen. Luego comparten y comentan sobre los videos, lo que humilla a las víctimas y a veces desencadena más peleas.
Un gran número de alumnos grabando también puede poner en peligro a sus compañeros, dijo Chris Heagarty, presidente del consejo escolar del Sistema de Escuelas Públicas del Condado de Wake, en Cary, Carolina del Norte. En noviembre del 2023, alumnos que grababan una pelea en el gimnasio de una preparatoria bloquearon el paso de administradores que trataban de intervenir. Dos chicos fueron apuñalados. Uno de ellos, de 15 años, murió más tarde.
Un video de la pelea, publicado en X en febrero, obtuvo más de 660 mil visitas.
El uso estudiantil de tecnología para propagar violencia escolar ha causado otros daños. Influencers de redes sociales y noticieros de televisión a menudo difunden videos de peleas escolares, angustiando a alumnos y provocando aún más caos.
Muchos estudiantes ahora usan canales más privados —como iMessage y Snapchat— para organizar y compartir peleas en lugar de Instagram o TikTok.
“Ahora alumnos podrían estar discutiendo entre sí, o haciendo bullying, durante días o semanas en línea, lo que está oculto para el personal que por lo normal trabajaría para calmar los conflictos”, apuntó Christopher Bowen, director de la Preparatoria Revere.
Algunos estudiantes dijeron que los videos de peleas han desensibilizado a otros de la violencia.
“Las peleas se convierten inmediatamente en entretenimiento”, señaló Endurance Nkeh, de 17 años, alumna de último año en la Preparatoria Revere. “No hay ni una pizca de culpa o empatía”.
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