Por Vivian Wang / The New York Times
BEIJING — Durante años después de declararse transgénero, Ling’er, una aspirante a influencer en el este de China, batalló. Su familia se negó a aceptarla. Cuando intentó encontrar un trabajo provisional para mantenerse, nadie la contrataba.
Y cuando sus padres la enviaron a un hospital para intentar cambiar su identidad de género, estuvo retenida allí durante tres meses, a pesar de sus protestas. Fue obligada a someterse a un tratamiento que incluía terapia de electroshock.
Así que cuando demandó al hospital más tarde por someterla a un tratamiento innecesario e indeseado, no estaba optimista. Entonces sucedió lo inconcebible: un tribunal aceptó su denuncia, en la primera demanda conocida en China, sobre la llamada terapia de conversión involucrando a una persona transgénero. Y el hospital acordó en octubre pagarle una indemnización considerable.
“Para mí, esto es una victoria”, dijo Ling’er, de 28 años. “Con este dinero, puedo comenzar mi nueva vida e iniciar mi propio negocio. Puedo vivir mi propia vida”. (Está distanciada de sus padres).
El caso es un raro punto positivo en la lucha por los derechos LGBTQ en China. La demanda de Ling’er fue cubierta con simpatía por algunos medios de comunicación chinos importantes, incluso cuando la cobertura general de los asuntos LGBTQ ha disminuido. Que su demanda fuera aceptada fue una victoria ganada con esfuerzo, dijeron sus partidarios, en un País sin leyes que protejan a las personas LGBTQ.
No está claro si la indemnización a Ling’er tendrá algún efecto en la prevención de futuros casos de terapia de conversión, práctica desacreditada por expertos médicos. El hospital presionó para que los términos exactos del acuerdo fueran confidenciales y no ha reconocido haber cometido ningún delito.
Al principio, Ling’er estaba reacia incluso a entablar la demanda. “Las minorías sexuales en China no tienen garantías”, afirmó. “¿Cómo podrías proteger tus derechos?”.
Los defensores de derechos humanos, en China y en el extranjero, con quienes se había conectado en línea, la convencieron y le ayudaron a encontrar abogados. Fue un apoyo que no hubiera imaginado encontrar en su ciudad natal rural, en la provincia de Hebei.
Ling’er, que usa un nombre elegido, dijo que se dio cuenta de que era transgénero mientras estudiaba en una escuela vocacional. Comenzó a tomar estrógenos y a vestirse con ropa de mujer. Pero cuando se lo contó a sus padres en 2021, le dijeron que los estaba deshonrando.
En el 2022, Ling’er aceptó la solicitud de sus padres de ver a un psiquiatra en un hospital de la cercana ciudad de Qinhuangdao, con la esperanza de que eso los apaciguara. Explicó a los médicos del hospital Qinhuangdao Jiulongshan que no creía que hubiera nada malo en su identidad de género y que eran sus padres quienes no podían aceptarla. Reconoció sentirse ansiosa y deprimida, pero no de gravedad. El personal del hospital halló que parecía lúcida, muestran los registros. Aun así, le diagnosticaron ansiedad y “orientación sexual egodistónica”, término que se refiere a las personas que no están contentas con su orientación sexual.
Ling’er dijo creer que obtuvo un resultado favorable en parte porque la jueza que supervisó las negociaciones había sido comprensiva con ella. “Su actitud hacia mí fue: ‘Tú eres tú, nadie puede cambiarte’”, dijo Ling’er. “Si todos los padres chinos pudieran ser así, los problemas de nuestra comunidad podrían resolverse muy fácilmente”.
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