Cerca de la victoria: lucha global para erradicar la polio se acerca a su fin

La Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Polio, liderada por diversas organizaciones, tiene como objetivo ponerle fin en Afganistán y Pakistán

Trabajadora de salud en Kandahar, Afganistán marca el dedo de una niña para mostrar que recibió la vacuna contra la polio.

vie 31 de mayo de 2024 a las 18:47

Por Richard Conniff/ The New York Times

La lucha por erradicar la polio ha sido larga y difícil. Han pasado casi 50 años desde que las vacunas eliminaron la enfermedad en Estados Unidos. Pero la polio continúa hasta el día de hoy incapacitando o matando a niños en algunas partes del mundo a las que es más difícil llegar. La buena noticia es que ahora estamos a punto de erradicar esta terrible enfermedad en todas partes y para siempre.

La Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Polio es un consorcio de actores importantes en la lucha —la Fundación Gates, Rotarios Internacional, la Organización Mundial de la Salud, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y Gavi, la Alianza para las Vacunas. El grupo tiene el ambicioso objetivo de poner fin a la transmisión del virus que causa la enfermedad, el poliovirus salvaje, para fines de año en Afganistán y Pakistán, los dos países donde todavía infecta activamente a los humanos. Si la iniciativa tiene éxito, será la culminación de una campaña que ha reducido la incidencia del poliovirus salvaje paralizante de unos 350 mil casos estimados en 1988 a sólo 12 casos conocidos el año pasado.

También será resultado de una estrategia en la que el conocimiento sobre la enfermedad fluye no sólo de los expertos médicos a las personas en los países en desarrollo, sino también en sentido contrario, con los trabajadores en la primera línea proporcionando información crucial en sus propias áreas y más allá. La lección aquí: las herramientas médicas necesarias para detectar y contener cualquier enfermedad funcionan mejor en manos de las personas más directamente afectadas por ella.

A lo largo de la remota y montañosa frontera entre Afganistán y Pakistán, las personas en la primera línea del esfuerzo de erradicación de la polio son en su mayoría mujeres, y en su mayoría miembros de las comunidades a las que sirven. Cada equipo es responsable de hasta 75 casas, yendo de puerta en puerta, proporcionando una dosis de vacuna oral contra la polio a todo niño en cada campaña de cinco días. Las trabajadoras también llevan suplementos nutricionales, información de salud y otros recursos. Su labor es generar confianza en aldeas donde la gente es propensa a desconfiar y mantener a los padres involucrados en la lucha.

La intensidad de los programas nacionales —con alrededor de 400 mil trabajadores en Pakistán y 86 mil en Afganistán— ha reducido recientemente 12 grupos genéticos del poliovirus salvaje en la región a sólo dos.

“Desde una perspectiva médica, el virus está agonizando en estos últimos corredores”, afirmó Ananda Bandyopadhyay, de la Fundación Gates.

Por supuesto, el virus podría propagarse fuera de estas regiones, como ocurrió en el 2022, cuando los viajes aéreos internacionales llevaron la polio a algunos otros países. Pero los trabajadores de primera línea en Pakistán y Afganistán sirven como una red para rastrear sus posibles rutas de escape. Si un miembro de la familia ha cruzado la frontera, la información se transmite a los trabajadores contra la polio en el destino informado, para localizar a los recién llegados en sus propias redes de 75 casas.

Nuevas herramientas también ayudan a rastrear el virus a medida que avanza en estas áreas. Cuando India luchaba por eliminar la polio en el 2010, tenía menos de 10 sitios que monitoreaban rutinariamente la presencia del virus en aguas residuales y superficiales, dijo Hamid Jafari, director de erradicación de la polio de la Organización Mundial de la Salud en la región del Mediterráneo Oriental. En aquel entonces, los funcionarios de salud tenían que esperar a que aparecieran niños con parálisis para detectar un brote. Hoy Pakistán tiene sitios de monitoreo en 84 distritos.

En el curso de nueve meses el año pasado, ese monitoreo alertó a la ciudad de Peshawar sobre 30 introducciones distintas del virus. Pero los 4.7 millones de habitantes del distrito de Peshawar no sufrieron ni un solo caso de polio, dijo Jafari. Saber dónde buscar el virus y mantener un alto nivel de vacunación entre los residentes permanentes los mantuvo a salvo.

Gran parte de este éxito se debe al uso de la vacuna oral Sabin en lugar de la vacuna inyectable Salk. La vacuna oral, que contiene un virus vivo debilitado, es más fácil de administrar y tiene la ventaja fundamental de inducir inmunidad no sólo en el torrente sanguíneo de los receptores, como lo hace la vacuna Salk, sino también en sus intestinos. Eso significa que detiene la transmisión del virus en las condiciones insalubres que son comunes en las áreas afectadas. Así la vacuna viva se propaga y protege a los niños que, de otro modo, no estarían vacunados.

La Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Polio reporta que la vacuna Sabin ha protegido a más de 3 mil millones de niños en los últimos 10 años. Pero su uso conlleva un toma y daca: en lugares con niveles muy bajos de inmunidad a la polio, el virus derivado de la vacuna puede evolucionar a medida que se propaga y, en raras ocasiones, puede revertir a una forma paralítica. En los cinco años hasta 2023, unas 3 mil 600 personas, en su mayoría niños no vacunados, han sufrido poliovirus derivado de la vacuna. Pero el número de casos ya ha comenzado a disminuir gracias a una nueva versión de la vacuna oral, modificada genéticamente para reducir drásticamente el riesgo de revertirse.

En Pakistán y Afganistán, las mujeres en primera línea divisan el fin de la polio. Esta lucha les ha dado la oportunidad de trabajar fuera de casa, ganar dinero y marcar una diferencia salvavidas en sus aldeas. Cuando el Gobierno de Pakistán las encuestó recientemente sobre su experiencia, una gran pregunta que hicieron fue: ¿En qué podemos trabajar ahora?

Los trabajadores de salud pública de todo el mundo ya tienen la respuesta. Si se les dan las herramientas, las naciones en desarrollo aplicarán las lecciones aprendidas en esta lucha contra enfermedades infecciosas como tuberculosis, malaria, sarampión, fiebre tifoidea y otras aún desconocidas. El resultado final será un mundo más seguro para todos.

Richard Conniff es autor de “Ending Epidemics: A History of Escape From Contagion”. Envíe sus comentarios a intelligence@nytimes.com.

© 2024 The New York Times Company

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