Por Alexandra Stevenson y Zixu Wang / The New York Times
MACAO — Macao está quedando cada vez más entrelazado con un vecino chino —una persona, un tren y un edificio a la vez.
Macao, una excolonia portuguesa, fue reclamada hace 25 años por China y declarada zona administrativa especial. Al igual que el cercano Hong Kong, Macao sería parte de China, pero libre de gobernarse a sí misma y operar su economía sin interferencia de Beijing.
Rápidamente, se convirtió en el destino de apuestas más lucrativo del mundo, dirigido principalmente a turistas chinos.
Ahora, el líder de China, Xi Jinping —quien acaba de visitar Macao para conmemorar el aniversario del “retorno a la patria” del territorio— quiere que Macao funcione de manera menos independiente. En la visión de Xi, Macao se desacostumbrará de su dependencia económica en las apuestas y ayudará a impulsar la rezagada economía de consumo de China.
Al centro de este impulso está Hengqin, una isla china separada de Macao por un río.
En un extenso complejo migratorio nuevo en el Puerto de Hengqin, funcionarios de China y Macao dan el paso a la gente por una nueva frontera. Más de 16 mil ciudadanos de Macao se han mudado a Hengqin en meses recientes. Un tren hizo su primer recorrido de la Ciudad a Macao el mes pasado.
Durante su visita, Xi se reunió con ciudadanos de Macao que viven y trabajan en una nueva zona económica en Hengqin administrada conjuntamente por autoridades chinas y macaenses, parte de un “regalo de cumpleaños” a Macao durante el 20 aniversario de la entrega de la excolonia.
“Espero que Macao adopte una visión más amplia”, dijo Xi en una cena durante su visita, al agregar que Macao debería “alinearse proactivamente con estrategias nacionales de desarrollo”.
Xi también asistió a la investidura de Sam Hou Fai, el próximo Jefe del Ejecutivo de Macao y su primer líder nacido en China continental. Sam, que había sido el juez de más alto nivel de Macao desde que el territorio fue devuelto a China en 1999, fue elegido a su nuevo puesto por un comité electoral compuesto en su mayoría por leales a Beijing.
Beijing ha dado a Macao más tierras para expandirse en Hengqin, ha relajado restricciones a turistas chinos que viajan a Macao para apostar y ha ofrecido a casinos políticos de inversión favorables para construir complejos turísticos y centros de conferencias en Hengqin.
El trato que Xi da a Macao, de 700 mil habitantes, contrasta con su estrategia en Hong Kong, donde, en el 2019, millones de personas se manifestaron contra medidas para hacer que el territorio se asemejara más al resto de China. Beijing respondió imponiendo una dura ley de seguridad nacional y encarcelando a líderes prodemocráticos.
En muchos sentidos, Macao necesita a China. Tiene poco espacio para construir nuevas industrias y viviendas y su Gobierno obtiene la mayoría de sus ingresos de una industria —los casinos. Su suministro de agua dulce proviene de un río que desemboca en el Río Perla, en China.
Al mismo tiempo, Beijing necesita a Macao. Es el único lugar en China donde son legales las apuestas. Macao ofrece a turistas chinos un destino donde relajarse y explorar una cultura estilo europeo.
En el Nuevo Barrio de Macao en Hengqin, una zona que el Gobierno chino designó para ciudadanos macaenses para animarlos a mudarse, los residentes pueden ver canales de televisión extranjeros y usar internet más allá del Gran Cortafuegos de China.
Sin embargo, es probable que los vínculos con Hengqin sometan a Macao a regulaciones chinas, dijo Carlos Álvarez, director ejecutivo del Banco Nacional Ultramarino en Macao.
“Pero Macao va a mantener ese lado histórico y su perspectiva histórica, porque lo que dicen las autoridades es que les gusta mucho que Macao siga siendo una ciudad distinta a las demás”, agregó.
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