El especialista chileno en planificación estratégica Carlos Matus, quien al haber sido ministro y asesor sobre el particular de varios presidentes latinoamericanos en las tres últimas décadas del siglo XX, le permitió conocer de cerca cómo actúan ciertas personas cuando llegan, ejercen y dejan el poder, comparte esas experiencias en su libro titulado: “Adiós, señor Presidente”.
Es interesante cómo ciertas historias que él cuenta en su libro tienen semejanza a lo que está sucediendo actualmente en Honduras, por ejemplo: cuenta que un presidente momentos antes de entregar su cargo le confió entre otras anécdotas que “desfilaron ante su memoria… la maldita hora en que declaró que se asilaría si la inflación sobrepasaba el 80% en el año...”. Semejante sentimiento debe sentir nuestro presidente saliente de aquel momento cuando afirmó: “Me dejo de llamar ‘Pepe’ Lobo si cuando yo salga no tenga a Honduras en paz”.
No entendemos por qué el presidente saliente no aprovechó la diarrea de decretos para enviar al Congreso Nacional, que finalizó su legislatura el 20 de enero después de aprobar “230 decretos en solo dos semanas” (página 3, El Heraldo 25/01/2014), una iniciativa a fin de proponer un decreto para modificar la ley correspondiente en el sentido de permitir a los hondureños el cambio de nombre y así cumplirle al pueblo al menos esta promesa; considerando que además existen otras promesas incumplidas que por problemas de espacio no nos es posible enumerar.
Lo anterior habría evitado los costos de la gran campaña mediática para justificarse ante el pueblo hondureño que a pesar de haberse preparado desde su niñez para gobernar el país, no le había cumplido las promesas de campaña y así poder invertir esos fondos en algo más productivo y que el pueblo se lo agradecería, como en medicinas para los hospitales públicos.
Es importante recalcar que solo en Honduras se da el caso que tanto el presidente saliente como el recientemente electo hayan desarrollado campañas mediáticas tratando de disculparse, el primero por no haber cumplido las promesas de campaña y que sí las va a cumplir el segundo, en vista que generalmente al final de sus períodos las finanzas del país son precarias, así como los fondos de una campaña política son insuficientes, excepcionalmente al ahora nuevo Presidente, a quien no obstante la gran campaña mediática electoral le sobró dinero para otra campaña mediática después de las elecciones, asegurando que sí va a cumplir. Ojalá le sobre dinero para que al final del período, en caso que no cumpla lo prometido, para que la campaña para disculparse sea financiada por estos fondos y no con los precarios recursos del pueblo hondureño.
El libro mencionado es además un texto de planificación estratégica pública (PES) muy consultado en Latinoamérica y es muy esperanzador que hay indicios racionales que algunos asesores del candidato electo lo conocen; lo anterior lo intuimos cuando en el libro se relata una crítica que hace un recién nombrado ministro de Fomento sobre el tamaño del Estado de la manera siguiente: “Por otra parte, el tamaño del Estado alcanza una obesidad asfixiante y debemos ponerlo a dieta, para eso tenemos que reducir la burocracia, disminuir el gasto corriente y ser muy prudentes con las remuneraciones”. Cualquier semejanza con lo expresado por un asesor del nuevo presidente no es pura coincidencia.