Existen tres lugares mágicos donde el mundo deja de doler por un tiempo. La ducha, el sueño y un fraternal abrazo. De estos, el mejor regalo es un abrazo. Es talla única, se amolda a toda situación y a todo tamaño de cuerpos y jamás encoge. “Soy el gesto que contiene las palabras más bellas del mundo: aquí estoy. No te preocupes. Todo pasará. Atentamente: el abrazo”.
Hay abrazos en los que te quedarías a vivir por siempre, por todo lo que te hacen sentir. Me gustan los abrazos que llegan de la nada... sin querer, sin avisar. Esas manos que te dicen: “Aquí estoy para cuando me necesites”. Los abrazos reducen el dolor, mitigan el estrés, curan la depresión y rejuvenecen el corazón... Y lo más importante es que son gratis.
Abrazos cargados de amor. Por ende, si vamos a contagiarnos de algo, que sea de fe, esperanza y amor. Una gota de amor calma un mar de tristezas. Siempre tratemos de mantener una excelente relación con estos tres amores: la vida, porque es corta; la familia, porque es única; los amigos, porque son escasos. De aquí, que el verdadero amor es un abrazo en los momentos difíciles.
Debemos cerrar con amor los capítulos de nuestro pasado... y escribir con amor la nueva historia del presente. Y si un día tenemos que elegir entre el mundo y el amor... acuérdense: Si eliges al mundo se quedará sin el amor, pero si eliges el amor, con él conquistarás el mundo. Gran verdad: hay más hambre en el mundo por falta de amor que por pan.
Un entorno de amor en tu hogar es la base de la vida. Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa, sino lo que ama. El amor es la mejor música en la partitura de la vida. Sin él serás un eterno desafinado en el inmenso coro de la humanidad.
Cuenta una leyenda que la luna y el sol siempre estuvieron enamorados. Pero nunca podían encontrarse. Dios, en su infinita bondad, creó el eclipse como prueba de que ¡no existe en el mundo un amor imposible!
