En toda familia se pasa y se vive por una serie de procesos que van marcando las diferencias entre sus miembros: en el proceso de la niñez aprenden tantas cosas inolvidables; de la edad de 12 años hasta los 18, ese proceso los hace ser todavía niños pero con un desarrollo mental considerable; y a los 21 años esos niños y niñas se convierten en ciudadanos, quienes irán aprendiendo y practicando deberes para con la familia, la comunidad y la patria.
Por muchas circunstancias, habrá familias cuyos miembros vienen arrastrando la llamada pobreza desde sus generaciones anteriores; esos miembros de la familia no han sentido la necesidad de cambiar su destino con la decisión de mandar a sus pequeños a iniciar el proceso educativo a los centros de enseñanza y seguirán engrosando la gran población de analfabetos; lo anterior hará posible que sus miembros continúen la esclavitud en que vivieron 300 años nuestros antepasados; solamente los conservadores y sus descendientes han logrado existir, porque muchos heredaron posesiones como tierras y otras riquezas.
Esos procesos familiares permiten llegar a la edad adulta, que a partir de los 60 años de edad siguen conservando la pobreza y el Estado, a través de las municipalidades, los declara exonerados de impuestos, pero que cuando fueron jóvenes se dedicaron al trabajo de la tierra, a la crianza de cerdos, algunas vaquitas y gallinas; algunos de estos adultos mayores tienen la suerte de vivir muchos años en medio de sus desgracias como pobres y es el Estado el obligado a velar por ellos, como recompensa que cuando fueron jóvenes, ayudaron al desarrollo de sus comunidades, colaborando también con sus vecinos y congéneres.
Los adultos mayores poseen el privilegio de tener muchos saberes que tanto en la familia como en la sociedad no son tomados en cuenta, ellos son “bibliotecas andantes”. ¡Bendiciones por ello!