El camino hacia el éxito en la educación y el emprendimiento en Honduras está obstaculizado por una burocracia asfixiante y una falta alarmante de voluntad política para impulsar el verdadero cambio. Desde los interminables trámites para acceder a recursos hasta la corrupción que permea las instituciones, las barreras se convierten en un laberinto diseñado para frustrar más que para facilitar el progreso. Los discursos oficiales celebran historias de éxito aisladas, pero ignoran el hecho de que estas victorias individuales son excepciones en un sistema diseñado para fallar. El problema comienza en las más altas esferas, donde la falta de voluntad política para modernizar las instituciones perpetúa la ineficiencia. Los procesos para acceder a financiamiento, recursos o apoyo empresarial son complicados a propósito, beneficiando a unos pocos y dejando a la mayoría atrapada en un ciclo de frustración y desesperanza. Estos obstáculos no son una casualidad, sino un diseño deliberado que favorece la perpetuación del status quo. La falta de digitalización de los servicios, la corrupción y la ineficiencia generalizada son solo algunos de los síntomas de un sistema que carece de visión y de liderazgo. La innovación y la creatividad no deberían ser herramientas para sobrevivir en un sistema fallido; deberían ser incentivadas por instituciones que funcionen eficientemente. Los casos de éxito que tanto se celebran son una prueba de la resiliencia del pueblo hondureño, pero también son un testimonio condenatorio de un sistema que no cumple su promesa básica de servir a sus ciudadanos. La falta de voluntad para modernizar y reformar estas instituciones es evidente en la persistencia de prácticas obsoletas y en la ausencia de una política pública coherente que promueva el desarrollo sostenible. En lugar de buscar soluciones efectivas, las autoridades se escudan en excusas, mientras la población continúa enfrentando barreras que, en muchos casos, son artificiales y evitables. En lugar de seguir celebrando logros individuales en un mar de ineficiencia, debemos exigir a nuestras autoridades que tomen medidas concretas para reducir la burocracia, modernizar las instituciones y promover un entorno en el que el éxito sea la norma, no la excepción.