Los árboles tienen su lugar en la creación de la flora en todo el planeta, cada país tiene sus bosques con clases selectas de plantas entre las cuales están constituidas las familias de árboles; en Honduras desde hace siglos hubo familias de árboles que existieron en sus distintas regiones y que con el paso del tiempo desaparecieron a causa de fenómenos naturales; otras a causa de incendios forestales; debido a la constitución orgánica de muchos árboles, algunos han logrado sobrevivir.
Cuando era niño, un miembro de la Banda de los Supremos Poderes fue invitado a mi escuela para que nos hablara sobre el árbol, en aquella ocasión pude escuchar los versos de una bella canción: “Árbol que con tu madera, dulce cuna nos meció, árbol bendito seas a la sombra del creador, árbol que plantado estás a la vera del camino, árbol que das al peregrino descanso bajo tu sombra”... Hoy en día la sociedad les ha quitado a los árboles ese gran privilegio de adornar los bosques de Honduras, esos enemigos son llamados pirómanos, quienes poseen en su mente la enfermedad del fuego.
En la actualidad nos hemos dado cuenta cómo la ignorancia acompañada de la piromanía le están metiendo fuego a los bosques; algunos con aquella costumbre antigua de preparar las tierras para la siembra y así los pirómanos permiten que el fuego sobrepase sus rondas y luego aparecen los grandes incendios forestales; por otro lado ganaderos que necesitan pasto bueno y tierno para sus hatos, seleccionan entre sus trabajadores a posibles pirómanos enviándolos a sus potreros con candelas y fósforos para que inicien el incendio en sus potreros sin planificación.
La sociedad debe entender que el agua es un recurso natural de beneficio a la colectividad y que su peor enemigo son los incendios forestales. El Estado debe implementar políticas para fomentar la siembra de árboles, para volver a tener los bosques que en el antaño eran ricos en nacimientos de agua.