En marzo de 2025, Honduras enfrenta nuevamente la tragedia de los incendios forestales. Al menos 922 hectáreas de bosques y vegetación han sido arrasadas, y el país parece atrapado en un ciclo sin fin de incendios, que no solo destruyen el medio ambiente, sino que también exponen las debilidades estructurales del país. Este fenómeno, que se repite cada año, plantea una pregunta fundamental: ¿son los incendios forestales un desastre natural o un desastre social?
Desde enero de 2025, Honduras ha registrado 34 incendios forestales, con el 38.2% de ellos ocurriendo en bosques, afectando más de 800 hectáreas. La situación se ha vuelto familiar: cada año, los mismos incendios destruyen miles de hectáreas de tierra, principalmente en áreas rurales y en zonas protegidas. En Choluteca, uno de los departamentos más afectados, 609 hectáreas se han perdido, convirtiendo a esta región en la más castigada.
Aunque el clima caluroso y seco de la temporada juega un papel en la propagación del fuego, la verdadera causa de estos incendios es mucho más humana.
Más del 90% de los incendios en Honduras son provocados por actividades humanas, como la quema de tierras para la agricultura o la ganadería. Este acto, realizado con la esperanza de preparar el terreno para nuevos cultivos, a menudo escapa del control de quienes lo realizan, desencadenando incendios que rápidamente se propagan hacia zonas más vastas y difíciles de controlar.
Los incendios forestales en Honduras son un claro ejemplo de lo que se puede considerar un desastre social. Aunque el fuego puede empezar con la quema de terrenos, sus consecuencias van mucho más allá de la simple pérdida de vegetación. Las comunidades cercanas a estos incendios pierden su fuente de ingresos, su salud y su sustento. (Continuará).