Cartas al editor

Las esperanzas no mueren

Las esperanzas no mueren; la fe, perdura. Ambas cosas se cultivan, se nutren, se fortalecen, se poseen y son capaces de permitirnos la realización de portentos.

Los campesinos, dedicados a la labranza de la tierra para cultivarla, muchos de ellos ya entrados en años, poniendo sus ojos en el firmamento podían leer las nubes y predecían las tormenta; luego, procedían a sembrar sus granos y les funcionaba; después venía la limpia de los cultivos, la aplicación de los abonos, el aporco, por lo menos, dos veces en la temporada, y a esperar los elotes y las habichuelas del frijolar.

En aquellos tiempos, la tierra estaba descansada, la capa de humos no existía, las cosechas eran abundantes; luego comenzaron a botar los guamiles, al estar secos, los quemaban, para abreviar el tiempo, decían...

En aquellos tiempos, no existía pandemia, pero sí las epidemias esporádicas, y las ciencias médicas las controlaban.

El 2019, nos visitó el coronavirus y sin pasaporte, sin permiso invadió a todas las naciones de la Tierra.

Después de diez meses, apareció una cepa del virus con característica más peligrosas, y al parecer pronto irán llegando siete cepas más…

Es preocupante, por la lentitud de respuestas de las autoridades del gobierno y, mayor preocupación, es la ignorancia del pueblo.

Existe tremenda desobediencia de las normas establecidas para evitar el contagio.

Dios en su Santa Palabra dice: “Mi pueblo sufre, por falta de conocimiento…Este pueblo de labios me honra, pero su corazón, está lejos de mí”.

Pueblo, sé obediente a las normas para evitar los contagios. La vida solo es una, y tú deberás responder de ella; piensa en tu familia, en los adultos mayores, en los niños y niñas; cuidándote tú, protegerás a tu familia; caso contrario, más adelante, por tu desobediencia, el ángel de la muerte, te visitará en el día menos pensado.

Todo esto si quieres llegar a la próxima Semana Santa o a la siguiente Natividad.

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