A dos años después de Eta y Iota, veinte del huracán Mitch y casi 50 del Fifí, la misma naturaleza nos recuerda de nuevo lo vulnerable que es Honduras ante estos desastres y lo poco preparado que estamos ante el cambio climático.
Hoy Honduras es reconocido a nivel mundial como uno de los países más expuestos a los efectos del cambio climático, generando pérdidas y daños que se agudizan año con año debido a estos desastres naturales, ocasionando pérdidas humanas y económicas, tal y como se evidenció en noviembre del 2020 ante los huracanes Eta y Iota donde se reportaron daños y pérdidas de 52,099 millones de lempiras.
En un país donde existen al menos 2.6 millones de personas en crisis alimentaria, según el análisis de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF), con una pobreza del 73.6 por ciento de la población según el Instituto Nacional de Estadística (INE) y un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de 2,400 dólares americanos.
Además, el Índice de Riesgo Climático (IRC), de Germanwatch, cada año identifica a Honduras como uno de los diez países más vulnerables del mundo, con variaciones que van desde el más vulnerable a posiciones tercero o cuarto a nivel mundial, según lo indica la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Actualmente, existe un amplio consenso científico sobre el sistema climático, ya que ahora es una evidencia constatada el incremento de las temperaturas medias del aire y océanos, el derretimiento masivo de los glaciales y la elevación del nivel medio del mar.
Asimismo como la vulnerabilidad de nuestro país y la necesidad de políticas públicas para la mitigación y adaptación de estos fenómenos naturales con el fin de prevenir o reducir sus efectos adversos.