NAPLAL sería “no aprobados por Academia de la Lengua” sino imaginados por un desvelante autor. Y empieza por comparar la lana de acero con el apego al poder de ciertas figuras hondureñas (diputados) ya que aunque se las raspe con dicha lana, como se hace con sartenes y ollas, permanecen pegados al sistema institucional. Y por inofensivo que parezca es peligroso.
Se quema y derrite (cuando le exhiben sus pecados desaparece, como cierto Ebal, que el reverso de su apellido es el que laba, aunque mal escrito). Adicional a que si sometes tal lana a temperatura alta (presión social, investigaciones) cual hierro fundido gotea pues es de combustión exotérmica
(reacción que libera más energía de la suministrada para
activación).
Los políticos comunes, improvisados y vulgares sufren estupidibilidad, que no es lo mismo que ser estúpido, además de que los asaltan síndromes forajitivos, o sea instinto de asalto a la cosa pública y vocación de abigeato forajido, y es allí donde el astuto pueblo diferencia entre actores del delito ya que no es lo mismo quien mata a la vaca que el que le sostiene la pata.
Ciertas aburridas figuras del campo político saben que llega su instante de desaparecer y se preparan no a extinguirse sino a arrastrar con ellas a sus cómplices, como el narco procesado en Nueva York, presto a destilar nombres de patrocinadores y lacayos.
Idéntico a los soldados japoneses que en Manila, cuando les llegaba el instante de morir, siguiendo la doctrina bushido buscaban arrastrar con ellos al mayor número del bando opuesto. O cual los alemanes y los japoneses que se creían raza superior y estar destinados a gobernar Oriente. Calificaban a judíos y chinos cual infrahumanos, martirizando a sus propios reclutas. Y de allí que el soldado torturado por su jefe lo que buscaba era atormentar y matar al rival. Bestialidad de la guerra. O como hoy en Gaza, donde la mente destructiva se apoderó de las fuerzas armadas judías, lo que afecta su capacidad para pensar y que es ruta imparable a la derrota.
Son las autoprofecías cumplidas, según Robert Merton en “Teoría social y estructura social”, que impiden diferenciar la realidad de la apariencia (peor con las fake news o inventadas noticias).
Hay un cuento que lo ilustra. Los miembros de la tribu indígena interrogaron al sacerdote: “¿Será este invierno frío o templado?” Para acertar en el pronóstico, a pesar de su ignorancia del tiempo, el nuevo jefe respondió cauteloso: “Hace frío, ¡colecta leña para calentarte!” Pero luego el chamán quiso cerciorarse del vaticinio y llamó al centro meteorológico y preguntó al empleado si sería duro el invierno. Aquel respondió: “¡Frío horrendo!”. El líder convocó a la comunidad y mandó: “Invierno agriamente gélido, recojan toda la leña que puedan conseguir”.
Más tarde el líder buscó asegurar el pronóstico, llamó al meteorólogo y este explicó: “¡Se pone horriblemente frío, lo que el país nunca experimentó en su historia!”. El líder auscultó: “¿Cómo lo sabes?”. El técnico respondió: “¡Porque los indios están recogiendo leña como locos hace un mes!”.
Léperos, lanas, tilda la sociedad al estafador de cuerpo y alma, de predicadores a aventureros del sacro destino de la nación, sean profesionales del engaño o aprendices, da igual resultado