La contundente victoria del neoliberal-libertario Milei constituyó un rechazo de la mayoría del electorado a la cada vez más severa y prolongada crisis económica argentina, con sus impactos en lo laboral y social, en la gobernabilidad y seguridad ciudadana. A partir del primer período presidencial de Juan Domingo Perón en 1946, el peronismo o justicialismo que aspiró a constituir la tercera fuerza ideológica-política equidistante entre el capitalismo y el comunismo, ha constituido el principal partido político argentino, inicialmente integrado por una coalición del proletariado urbano, organizado en sindicatos, burguesía industrial, migrantes procedentes de áreas rurales, oficialidad castrense, con liderazgo y programas reformistas, similar al implementado por Getúlio Vargas en Brasil.
El énfasis de su primer gobierno se basó en el fomento de la industria liviana sustitutiva de importaciones, la nacionalización de empresas de propiedad extranjera, la expansión de un mercado consumidor nacional, el control del proletariado citadino bajo el paraguas de la Confederación General de Trabajadores sometida a la tutela oficial. El auge de postguerra benefició con aumentos salariales reales al obrerismo, en tanto, se implementaron programas asistenciales organizados por su esposa Eva. En el agro, no se intentó implementar la reforma agraria, y los grandes latifundistas conservaron su poderío e influencia económica vía exportaciones de carne, cereales, lana, posteriormente, de soya.
Los años de las vacas gordas fueron dando paso a la inflación, devaluación, creciente endeudamiento externo, pérdida del apoyo militar, culminando con su derrocamiento en 1955. Empero, los intentos oficiales por ignorar la fuerza y ascendencia del peronismo en amplios sectores electorales fallaron en su intento por marginar a su líder, quien tras retornar de su prolongado exilio, accedió nuevamente al poder en 1973. Su multitudinario retorno culminó con baño de sangre entre facciones peronistas derechistas e izquierdistas, cada una reclamando ser la genuina vocera e intérprete de la voluntad del líder.
El retorno castrense al poder, implementado la “guerra sucia”, significó la captura, tortura y asesinato tanto de disidentes como inocentes (argentinos y extranjeros), en cifra estimadas en 30,000 “desaparecidos”, política apoyada por Nixon y Kissinger. Milei califica tal represión masiva como meramente constitutiva de “excesos”, negando que el total de víctimas alcance tal cifra.
Hoy, el peronismo ha demostrado su fatiga extrema, incapaz de solucionar la compleja crisis estructural y su creciente -y evidente- deterioro y corrupción de su alta dirigencia. Desempleo, subempleo, hiperinflación, migración de profesionales y técnicos hacia el extranjero en búsqueda de oportunidades laborales, cese de pagos de la abrumadora deuda externa, creciente dependencia de los dictados de la Casa Blanca y el FMI, llegando a su fin el nacionalismo reemplazado por el incondicional sometimiento.
¿Encontrará el pueblo argentino salida al laberinto? ¿Un alto al creciente deterioro en sus ya precarias condiciones de vida?
La implementación del neoliberalismo irrestricto exacerbará las tensiones, beneficiando a sectores minoritarios, privilegiados, en desmedro de los populares y medios.