Nunca he sido seguidor ni amante de las teorías conspiranoicas, ni siquiera en los peores momentos de la pandemia y el consiguiente confinamiento, pero hay elementos muy inexplicables en el ataque a Donald Trump durante un mitin en plena campaña electoral norteamericana. Aparte de la clara negligencia de su cuantioso esquema de seguridad y de los servicios secretos norteamericanos que protegen al expresidente, abundan las más misterios e interrogantes que las certezas.
Las redes sociales han comenzado a llenarse de mensajes que ponen en duda la verdad oficial, como los del propio propietario de X, Elon Musk, que colocó sus trinos mostrando su extrañeza por las fallas mostradas por los agentes encargados de proteger a Trump. No cabe duda que algo falló y muy gravemente en el equipo que teóricamente tenía que proteger a Trump y a los hechos me remito.
¿Cómo es posible que un joven de 20 años se colocara sin ser visto por nadie a 120 metros con un rifle en el único edificio cercano posicionado a corta distancia de donde Trump daba su mitin? ¿Cómo es posible que haya realizado 3 disparos tras ser visto y ser denunciado minutos antes por varios asistentes y los servicios de seguridad siguiéndole con un dron?
Luego, en la red X han aparecido algunos vídeos bastante comprometedores para los agentes que custodiaban a Trump y que siembran más interrogantes a este supuesto atentado. En uno de esos vídeos, públicos en la red X también, se puede ver a los agentes y policías presentes en el acto electoral desalojando previamente a los disparos contra Trump a algunos asistentes al mismo, como para despejar el campo de tiro al francotirador Thomas Matthew Crooks para disparar limpiamente, y sin escollos, contra el expresidente y candidato republicano.
Otro video muestra cómo la casa del presunto terrorista y atacante a Trump estaba rodeada por la policía y sin que nadie pudiera acercarse a la misma para recabar información sobre la familia y el sujeto, en una suerte de cordón informativo sanitario para no conocer más datos acerca del terrorista. Después hemos sabido que en su coche y en su casa se han encontrado materiales para fabricar bombas, según han avanzado The Wall Street Journal y la agencia AP, y que la escopeta con la que disparó a Trump había sido comprada por su padre. ¿Qué sentido tiene impedir a los medios y, en general, a cualquiera el libre acceso a la casa del francotirador abatido?
Luego hay otro elemento misterioso en esta trama y se trata de la prontitud con qué es abatido quien dispara contra Trump en lugar de haber sido detenido, aclarar el intento de magnicidio, buscar el móvil del mismo y determinar si detrás de este acto había más responsables o, por el contrario, el terrorista actuaba como un lobo solitario sin conexión con ninguna trama.
Al igual que ocurriera con el asesinato del presidente Kennedy, en que su asesino Lee Harvey Oswald fue asesinado por un miembro del hampa de Dallas, Jack Ruby, esta vez nos quedaremos con el misterio de saber algo más del intento de asesinato de Trump. Ya la personalidad del personaje, al igual que ocurría con la del de Kennedy, es singular y misteriosa por sí misma, pues había simpatizado con los demócratas entregando una pequeña donación de dinero a una organización progresista y ahora estaba inscrito como votante republicano; votar era algo que hubiera hecho por primera vez en su vida en las elecciones de noviembre si aún estuviera vivo. Pero señalo con rareza la prontitud en abatir al joven terrorista, al que se le disparó a matar y no a dañarle levemente para dejarlo malherido, mientras a los agentes que custodian a Trump se les ve llegar tardíamente y a algunos con evidentes signos de torpeza manifiesta. Hasta el modus operandi del terrorista recuerda mucho al asesinato de Kennedy, tanto por el lugar elegido como por la forma de disparar directamente al candidato republicano.
Luego en los vídeos que hemos visto desde este intento de asesinato contra Trump hay otros enigmas, como por ejemplo el hecho de que los que están inmediatamente detrás del candidato aparentemente no resultan heridos, aunque se ha informado de que hay dos heridos de gravedad y un fallecido durante el ataque terrorista a Trump. Otro aspecto que se tendrá que dilucidar en los próximos días es si realmente la policía y el equipo de seguridad de Trump fue avisado durante el acto de la presencia de un tipo extraño en los tejados desde donde se disparó contra el candidato, tal como hemos podido leer en algunas informaciones, y cómo fue posible que el avezado tirador no fuera visto antes por las mismas fuerzas de seguridad que después de procederse el atentado lo abatieron. ¿Lo dispararon a matar para silenciarlo para siempre?
No cabe duda, además, que el atentado iba en serio, querían matar a Trump y si no es por un giro de la cabeza en el instante previo a que el expresidente recibiera la bala que atravesó su oreja, es casi seguro que el terrorista hubiera conseguido su macabro objetivo. Apenas han comenzado las investigaciones policiales, que casi con toda seguridad descubrirán nuevos aspectos del intento de asesinato de Trump, pero también es casi seguro que si la trama apunta a una conspiración, como fue claro en el caso del asesinato de Kennedy, los responsables de la misma tomarán las oportunas medidas para destruir las pruebas que conduzcan hacia ellos. Y luego, como en el magnicidio de los dos Kennedy, la oscuridad, el silencio y la manipulación, tres de los elementos que no faltan nunca en una buena conspiración.