Jessica Q., articulista de El Redactor (www.todo-mail.com) relata que en los últimos años un número cada vez mayor de jóvenes en China adopta el estilo Bai Lan (“déjalo pudrir”), que refleja su renuncia a las expectativas sociales y la opción de huir de la vida tradicional. Antes existió el “tang ping” (“tumbado”), en que la gente eligió vivir el minimalismo y rechazar el trabajo.
Bai Lan es un paso contra metas excesivamente desafiantes, retos económicos, expectativas de la comuna y obligación de éxito, similar al existencialismo filosófico que en la década de 1960 engendró al movimiento hippie, resistente al sistema.
Entre esas la presión académica abrumadora. El sistema educativo chino es muy competitivo y los jóvenes sufren estrés al enfrentarlo desde la infancia. El examen de ingreso a la universidad (Gaokao) es agotador y para el que los estudiantes pasan años preparándose, sacrificando su vida social y crecimiento personal. Fracasar los deja desilusionados y agotados ante sus padres, que ejercen enorme presión para que tengan éxito académico. La educación es casi el único camino a la movilidad ascendente y hay millones de estudiantes compitiendo por una pequeña cantidad de plazas. El sistema es implacable y recompensa a pocos elegidos. Una alternativa es el abandono o Bai Lan.
Pero incluso para quienes destacan académicamente entrar a la fuerza laboral hipercompetitiva es gran obstáculo pues los empleos son reducidos. En 2024 se gradúan 21.58 millones de estudiantes, lo que generará excedente de solicitantes de empleo. Muchos quedarán subempleados o laborando debajo de sus calificaciones, adicional a que la economía china se desacelera, involución que torna a los muchachos pesimistas acerca del futuro. Tales presiones llevan a muchos de ellos a adoptar el Bai Lan como protesta silenciosa o manera de hacer frente a la frustración de un sistema injusto. Peor ocurre en Japón.
Los costos de vida son muy altos. Al joven le resulta difícil pagar una propiedad, tener familia o bien una carrera estable. En Pekín y Shanghái los precios de bienes raíces se han disparado, siendo la vivienda inalcanzable para nuevos profesionales, lo que crea tensión. Ello además es requisito para un buen matrimonio, si bien los muchachos son incapaces de llenar las expectativas, lo que inyecta frustración y desapego, retraso para el matrimonio y la paternidad, y de allí que se centren en sus necesidades inmediatas o simplemente salen del sistema. La mentalidad Bai Lan es como rechazo a la narrativa social que vincula la felicidad y la autoestima con los logros materiales.
La infame cultura laboral china (9 a 21 horas, seis días por semana) enfrenta crecientes reacciones negativas. Muchas empresas del sector tecnológico y manufacturero exigen jornadas extenuantes, lo que deja al empleado con poco tiempo o energía para actividades personales. El desgaste está muy extendido y lleva a los trabajadores a preguntarse si valen la pena esos sacrificios.
El Bai Lan es la rebelión contra esa cultura laboral tóxica y prioriza la salud mental y la satisfacción personal por sobre la ambición incansable, algo que acentuó o empeoró la pandemia.
Los muchachos chinos, como los de Asia en general, son infelices