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Camarón que se duerme...

Más de 30 mil empleos en la agroindustria, en la zona sur de Honduras, están en riesgo debido a la negativa del gobierno a renovar el Régimen de Importación Temporal (RIT) y otros beneficios, alertaron algunos congresistas. Más impuestos al melón y el camarón dificultarán aún más la competitividad de estos productos en el mercado internacional, donde los costos de producción son más bajos. Y es que someter más presión a este sector es un suicidio a la economía, que por sí misma es una calamidad en esta zona del país, que depende significativamente de la agroindustria para generar empleo, desafíos y oportunidades.

En Honduras, la agroindustria del melón y el camarón desempeña un papel crucial en el desarrollo económico y social. La industria melonera se ha posicionado como una fuente vital de desarrollo económico en los departamentos de Valle y Choluteca. En 2022, la producción de melón generó 123 millones de dólares en divisas, con 13,409 empleos directos y 67,045 empleos indirectos.

La acuicultura del camarón también contribuye de manera relevante al empleo y al comercio exterior. Con estas cifras, es fundamental que el gobierno brinde un sólido respaldo a estas industrias a fin de mantener su crecimiento y generar empleo: esenciales con el objetivo de impulsar el desarrollo en el sur del país que tanto anhela esa población.Hacer que entienda esto la administración actual es una lejana utopía porque los gobiernos “socialistas”, por lo menos en sus discursos, priorizan la igualdad y la redistribución de la riqueza.

En cambio, sus políticas tienen consecuencias descalabradas en el empleo, generando rigidez laboral y dificultando la adaptación a cambios. Al final esto es lo mismo de siempre. No cambia nada y la vida sigue igual o peor que en otras administraciones. Las políticas “socialistas” -como presume esta élite- aumentan los costos en las empresas, lo que lleva a una menor inversión y, en última instancia, a un desempleo bárbaro.

La excesiva regulación y la falta de incentivos en la innovación afectan negativamente la productividad y el crecimiento económico en países tan frágiles como este, donde una llovizna hace naufragar la economía, ya se podrá imaginar usted querido lector una tormenta de políticas erradas. La planificación centralizada y la falta de flexibilidad obstaculizan la creación de empleo.

No todos los gobiernos socialistas tienen el mismo impacto.Algunos han logrado un equilibrio entre la igualdad y el crecimiento económico; aunque el desafío radica en encontrar políticas que promuevan la justicia social sin sacrificar la eficiencia económica, que conduzca a una mayor estabilidad social y política, con miras a crear un entorno más favorable en la inversión, el crecimiento y mejorar la fuerza laboral.

Pero con estos funcionarios activistas y partidarios del caos y la patraña, que son menos eficientes que los mecanismos implementados por ellos, nos llevan a un despeñadero económico. Encima de esa cruz está la restricción de la libertad industrial, que ya sofoca el cambio y el espíritu empresarial, ahogándose en la incertidumbre sobre el futuro de las políticas gubernamentales.

No obstante, aclaremos, no todas las regulaciones gubernamentales son perjudiciales al crecimiento económico. Algunas regulaciones pueden ser necesarias para proteger a los consumidores, el medio ambiente y la competencia. Sin embargo, es importante que las regulaciones estén bien diseñadas, coordinadas y se implementen de manera eficiente, solo esto podrá evitar que asfixien la raquítica economía y el empleo.

Este gobierno etiquetado como “socialista” y democrático debe considerar cuidadosamente las implicaciones de sus políticas en el empleo y la economía. El equilibrio es esencial al desarrollo sostenible y si se duerme en ello, se lo llevará la corriente