Esta columna ha sido publicada (casi) todas las semanas desde junio del año pasado. Mirando hacia atrás, se puede decir con mucha certeza que el foco principal estuvo en las crisis, problemas y desafíos en el contexto nacional e internacional.
Por supuesto, covid-19, guerra, destrucción ambiental, problemas políticos, económicos y sociales, todos estos temas son de gran relevancia y merecen atención. A todos nos preocupan las causas de estos problemas y sus posibles soluciones.
Tiene que ser considerado, esto implica el fenómeno de las distorsiones perceptivas. Es fácil en estos días, especialmente frente a un exceso de información (negativa), concluir que las cosas están empeorando cada vez más.
Esto pasa por alto el hecho de que muchos eventos positivos simplemente tienen menos alcance o se dan por sentado, lo que presenta los eventos negativos como una desviación de la norma “buena”.
Aun así, no hay duda de que en un país como Honduras los problemas y desafíos son comunes y omnipresentes. El tráfico y el transporte, el aumento de los precios de la energía y los alimentos, la delincuencia y un mercado laboral complicado son solo algunos ejemplos. Y, no obstante, la gente encuentra la fuerza para una sonrisa, un abrazo y la proverbial “buena acción”.
Pero, a veces, parece que encontrar esa misma energía positiva es cada día más difícil, lo cual es una de las razones por las que las personas se van del campo a la ciudad o de Honduras al extranjero.
Para decirlo en una palabra, esto es la falta de perspectivas. Así que hoy estamos cambiando de perspectiva y tomando una interpretación optimista. Esto puede sonar casi utópico, pero ¿de qué vale el presente sin un futuro digno de soñar?
En unas pocas décadas, Honduras, de hecho toda América Central, podría ser una región que se beneficie de desarrollos en contextos más amplios. Estados Unidos ha logrado recientemente un crecimiento económico más fuerte que el de la República Popular China, lo que sorprendió a muchos observadores, y el vecino México también lo está haciendo bien económicamente, dadas las circunstancias.
Es de esperar que, en el mediano plazo, el fuerte impulso económico en el norte propicie un repunte también en Centroamérica, lo mismo que se ha observado en el propio México en las últimas décadas.En Honduras existe potencial para la manufactura y el sector servicios. Hay una población joven que incluye profesionales bien educados y académicos bilingües.
Al mismo tiempo, ya hay más de 62 millones de hispanos y latinos viviendo en los Estados Unidos y la cantidad está creciendo rápidamente.
Esto también puede favorecer la fusión de un mercado de América del Norte y América Central. Además de las oportunidades para las relaciones económicas con el Norte, también hay potencial en dirección hacia los dos océanos, en Europa y Asia el interés por Centroamérica podría aumentar frente al “siglo del Pacífico”.
En este escenario, Honduras aporta su capital humano, pero también sus paisajes, ricos en tesoros naturales y culturales e ideales para la explotación para una agricultura ecológica, una economía turística sostenible y, con dos costas, para el comercio.
Además, a Honduras ya le está yendo bien en la generación de energía renovable, si los esfuerzos continúan en los próximos años, Honduras tiene una fuerte carta de triunfo en esta área relevante para el futuro.
Hoy puede ser un día oscuro, pero tal vez mañana seremos cegados por la luz.