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¿Tiene usted a mano la garantía de la casa o el apartamento que compró? ¿Sabe usted el tiempo que cubre esa garantía? ¿Le entregaron junto a la garantía una memoria de calidades? ¿Tiene en su poder el juego completo de planos de su nueva casa? ¿Le entregaron toda la documentación acreditativa de que las instalaciones del agua potable, electricidad, aguas servidas e instalaciones de cable corresponden a la normativa legal vigente? Si no puede contestar más de una de estas preguntas, sospecho que usted está siendo objeto de una estafa.

Hace algunos años nuestra organización Artículo 19 Honduras fue parte de lo que entonces era el Consejo de Sostenibilidad, Innovación y Calidad de la Edificación (CSICE), coordinado por el Insep y conformado por otras organizaciones como el CAH, el CICH, el CIMEQH, Copeco, SDE y otras. La idea era establecer un actualizado Código de la Construcción en Honduras, que abarcara todos los campos de su aplicación, incluyendo el sujeto final a quien sirve la construcción: al consumidor o, en este caso, al usuario.

El CSICE, con el interés de proteger la vida humana, fue creado con la misión de exigir la correcta aplicación de las normas establecidas en el Código Hondureño de Construcción como marco normativo que establece las exigencias básicas de calidad, seguridad y habitabilidad de las edificaciones y urbanizaciones con sus instalaciones, para que el sector de la construcción se adapte a la estrategia de sostenibilidad económica, energética y medioambiental, para garantizar la existencia de edificios seguros, habitables, sostenibles y de mayor calidad. Pero como suele sucede en Honduras, el Consejo dejó de reunirse (al menos no nos volvieron a convocar como organización) y la iniciativa quedó en el olvido.

Mientras, proyectos como Ciudad del Ángel, Residencial París, la colonia Gracias a Dios y el barrio La Soledad en la ciudad de Santa Bárbara y cientos de proyectos privados surgieron, con su falta de calidad constructiva, como luces de advertencia de la necesidad de concluir con el objetivo esencial del CSICE: proteger la vida humana y sus intereses económicos a través de una reglamentación acordada por todas las partes.

Comprar bloques de cualquier “bloquera” instalada al lado de la carretera, comprar cable “chino” de baja calidad en el mercado San Isidro, conseguir arena de río revuelta con barro, comprar tubería de PVC delgado y suave como la plastilina, adquirir hierro asiático de baja resistencia y un sinnúmero de materiales de construcción adquiridos en cualquier plaza, sin certificar, sin pruebas de resistencia, sin garantía, es común en el campo de la construcción. No digamos lo que sucede en los sitios de construcción y la mala calidad de la mano de obra, con albañiles que trabajan “mariguaneados” todo el día o “de goma” o sin experiencia. Somos testigos de estas situaciones anómalas porque hemos estado ahí mismo.

Es por eso que ningún arquitecto, ingeniero o maestro de obra nos puede entregar una “memoria de calidades” porque en primer lugar aún no es una exigencia legal en el país y, segundo, porque no pueden garantizar la calidad o procedencia de los materiales con que construyen. Tampoco le van a entregar un estudio de suelos, para certificarle que la obra está edificada en terreno adecuado, que no está sobre una falla geológica y que cuenta con la seguridad de que, en caso de un evento de la naturaleza, la construcción soportará el embate de la misma. Tampoco usted podrá darse cuenta del tipo de suelo que existe bajo sus pies, en el caso de que usted quisiera sembrar algún árbol, planta o arriate de verduras o hierbas aromáticas. Esto en el caso de tener la suerte de comprar una casa con algo de patio. Todo porque no existe un código de construcción actualizado y aplicado por alguna autoridad.

Luego, en el culmen de su osadía, a sabiendas de que los materiales de construcción adquiridos son locales, la mano de obra es pagada en lempiras y que la construcción no se deprecia como sucede con los vehículos, ¡nos cobran en dólares! ¡Habrase visto tal descaro! Igual si es compra o alquiler. Esto no es Miami, señores. Es Honduras. El cemento, la arena, el ladrillo, el bloque y un gran porcentaje de los materiales son comparados aquí en lempiras, no en dólares. Dicho lo anterior se vuelve urgente revisar el proceso de los permisos de construcción en Honduras. Que sea un proceso continuo supervisado y aplicado por una autoridad inmune a la corrupción. Que piense en el sujeto final al que sirve la edificación y que sea eficiente para ayudar y no atrasar en el proceso constructivo. En otros países más conscientes de esto las construcciones son sometidas a rigurosos controles de calidad de acuerdo a una normativa desarrollada para cada etapa del proyecto, supervisado por personal técnico de una autoridad de aplicación y certificado para así proceder a la siguiente fase.

Es urgente revisar el Código Hondureño de la Construcción reactivando el CSICE y dándole fondos para concluir los procesos pendientes como ser el Reglamento y la revisión del Código. Es imperativa la creación de una dependencia que tenga autoridad para aplicar las normativas nacionales e internacionales, no sólo a la edificación propiamente, sino a la calidad de los materiales e insumos que se utilizan, tanto locales como los importados. Que esta dependencia disponga de un laboratorio de pruebas y resistencia de materiales y que certifique a las empresas que proveen materiales de construcción para asegurar la calidad de los mismos. Comprar casa o apartamento es una de las decisiones más importantes y que no debe ser tomada a la ligera por parte del comprador. Antes de hacerlo, le he dejado cinco preguntas al inicio de este artículo que el vendedor está en la obligación de responder. Si no lo hace, mejor olvídese del caso y busque a otro que le venda una buena casa. O también puede llamar al CSICE.