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Centroamérica anexada a México

En la toma de trascendentes decisiones políticas los centroamericanos de la época no estuvieron unánimemente de acuerdo. Cuando se llevó a cabo la votación de la declaratoria de Independencia el 15 de septiembre, el resultado fue 23 votos favorables y siete en contra. El Acta enfatiza la estabilidad y continuidad del régimen colonial, tanto en la capital como en las provincias, en lo civil, militar y eclesiástico: “Que entre tanto, no haciendo novedad en las autoridades establecidas, sigan estas ejerciendo sus atribuciones respectivas... hasta que el Congreso indicado determine lo que sea más justo y benéfico” (numeral 7o.)

La referencia al Congreso alude a la representación de las provincias, las que deberían ratificar o no lo acordado por la élite peninsular-criolla guatemalteca. Gracias a Valle fue incluida esta cláusula, considerando que la Junta Provisional consultiva no tenía atribución legal para, unilateralmente, decidir por sí sola tan trascendental decisión. Tal Congreso que debía iniciar sesiones en marzo de 1822 no llegó a reunirse, por cuanto el criollo mexicano Iturbide, autoproclamándose emperador, envió tropas para forzar la anexión. Fueron San Salvador y San Vicente en donde la población, heroicamente, combatió a los invasores.

En otros centros urbanos, nuevamente se vio la diversidad de criterios. Comayagua, León, Cartago y Heredia aprobaron la anexión, Tegucigalpa, Granada, San José y Alajuela se opusieron. La votación en dicha consulta arrojó este resultado: 104 ayuntamientos a favor de la anexión, 32 se sometían a lo que dispusiera la Junta, 21 por lo que dispusiera el Congreso, 61 no respondieron.

Para el historiador estadounidense Ralph Lee Woodard, “La anexión a México fue el primer tema real que... dividió a los conservadores de los liberales... En general, los conservadores a todo lo largo de América Central apoyaron la anexión, mientras los liberales propugnaban por una federación independiente... los conservadores lograron frustrar los esfuerzos liberales de resistir la anexión”. A partir de enero de 1822 se consuma tal anexión, prolongándose hasta marzo 1823 cuando Iturbide abdicó.

La Junta Provisional se disolvió, procediéndose a la elección de diputados para integrarse en el Legislativo mexicano. Valle se desplazó hasta la capital imperial para asumir su escaño legislativo. Escribió un diario que registraba anotaciones científicas en ese largo y extenuante viaje. Desde esa tribuna presentó una exposición razonando la nulidad de la anexión centroamericana: “(...) es nula porque lo es todo aquello que no se pronuncia por la única autoridad que puede pronunciarlo: es nula porque no hubo el grado necesario de libertad... Mientras exista en Guatemala una sola bayoneta de México, podría decirse que no es libre el acto en que se pronuncie su unión”. Debemos a Rafael Heliodoro la recopilación intitulada “La anexión de Centroamérica a México” (documentos y escritos de 1821-1828). 6 tomos, 1924-1949.

Centroamérica, una vez libre, esta vez de México, procedió a escoger un gobierno provisional y a convocar a una Constituyente para redactar la Constitución Política, la forma de gobierno y la elección de las nuevas autoridades que reemplazaban a las del antiguo régimen.