Cuando las políticas de ajuste económico se implementaron en Honduras, bajo las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) como condición para que el país tuviese acceso a créditos de ese organismo, el presidente de aquel entonces, Rafael Leonardo Callejas (1990-1994), aseguró que en 25 años los hondureños estaríamos viendo los resultados, el vaso estaría lleno y empezaría a derramar los beneficios. En realidad, el vaso se ha llenado, pero solo para los que más tienen, porque para los pobres pareciera que la fuente se secó.
Las medidas de ajuste aplicadas se conocieron como un paquetazo, para referirse a una agenda que, como la devaluación de la moneda, la eliminación de control de precios, congelamiento de salarios y otras, fueron letales y todavía la población sigue el drama de ese programa. Muchos de los problemas que hoy tiene la población están ligados a la agenda de las políticas de neoliberales.
El profesor Joseph Stiglitz fue vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial de 1997 a 2000, Premio Nobel de Economía en 2001 por sus obras. Su trabajo más leído y debatido ha sido “Cómo hacer que funcione la globalización”.
Según Stiglitz, “las decisiones eran adoptadas sobre la base de una curiosa mezcla de ideología y mala economía, un dogma que en ocasiones parecía velar por intereses creados. Cuando la crisis golpeó, el FMI prescribió soluciones viejas, inadecuadas, aunque “estándares”, sin considerar los efectos que ejercerían sobre los pueblos. Solo había una receta y no se buscaban otras opciones”. (pág. 16).
Para Stiglitz, el FMI no ha cumplido con su misión, las crisis en el mundo han sido más frecuentes y profundas, la liberación de los mercados de capitales han contribuido a la inestabilidad global.
El Dr. Hugo Noé Pino proporcionó a Radio Progreso una entrevista, en 2019, cuando todavía no ocupaba cargos públicos, en esa entrevista decía “un país va al Fondo Monetario Internacional por dos razones: o porque tiene serios desequilibrios que se manifiestan en la caída de sus reservas, su balanza de pago está en déficit y requiere recursos para estabilizar la economía, o, como el caso de Honduras, porque carece de credibilidad de la política macroeconómica”. Algo más decía el ahora diputado y vicepresidente del Congreso Nacional: “La vida no empieza ni termina con el Fondo Monetario Internacional. Lo que es positivo es que los países tengan políticas económicas coherentes, consistentes, que no se tengan déficits fiscales altos, que no se propicie inflación. Honduras bien puede funcionar sin FMI”.
Cuando ya se va a aprobar el acuerdo con el FMI, Pino dice sentirse satisfecho por las negociaciones y por la llegada de fondos frescos. Percepciones que cambian con el tiempo y según intereses.
Hay algo que, si parece ser cierto, con los acuerdos con el FMI, la presidenta Xiomara Castro abre más la ventana a las políticas neoliberales y se les dice adiós a todas aquellas pretensiones discursivas de socialismo democrático. Socialismo y neoliberalismo son conceptos opuestos.
