Muchas actitudes existentes en nuestro entorno relacionadas con las diferencias entre diversos sectores de la sociedad hondureña han dado muestras de comportamientos conflictivos. Y la creencia popular es que el conflicto se ve como algo negativo que debe evitarse.
Sin ni siquiera pretender minimizar muchas causas para las diferencias y disensos entre la población hondureña como son; problemas políticos, sociales y económicos y, por consecuencia, problemas psicopatológicos; los conflictos son una oportunidad para comenzar a adoptar un camino de construcción de funciones y valores positivos.
Un reciente estudio sobre salud mental realizado por la Facultad de Psicología de la UNAH estima que seis de cada diez hondureños requieren de atención psicológica, destacando que después de la pandemia y de los fenómenos Eta e Lota aumentó la cifra de hondureños con problemas de salud mental. La incertidumbre, los problemas sociales y familiares intrínsecos a las consecuencias por el desempleo y carencias emocionales y de necesidad básica tiene enferma a la sociedad con depresión, ansiedad y estrés, es por eso que para poder comenzar a buscar soluciones mediante el diálogo de todos los sectores la salud mental se vuelve trascendente.
Honduras necesita un diálogo que edifique, debe haber libertad para que los actores clave que deseen propiciar cambios para el bien común de la ciudadanía, mediante un diálogo, puedan exponer sus creencias y poner a disposición sus capacidades, aptitudes, competencias e intereses.
La construcción del gran muro de la democracia se va edificando ladrillo con ladrillo como las acciones ciudadanas en convivencia social, cultural y política. Hondureñas y hondureños en varios grupos de interés con voluntad propia y con visión de país, actuando y proclamándose porque tienen libertad.
Ante las carencias y necesidades del país y de la sociedad, se requiere la construcción de un guión para dialogar y armonizar, uno que permita ver a todas las ciudadanas y ciudadanos en diferentes sectores desde una perspectiva psicoemocional y de derechos humanos, para liberar pasiones y emociones, una catarsis antes de sentarse al diálogo.